Toda una vida hermosa como ella lo era.
Una breve vida, muy breve, sumamente breve, pero bien vivida.
Siempre fue llena de una energía que parecía un trompo de los que silban cuando giran sobre sí. Dama quien gozó de un rostro fermosísimo, llegaba partiendo plaza como en coso de toros, y era como toro de lidia pues movía a todos a la risa, al bien, dama de un ingenio agudo y lejos de los decires simples ni ramplones, lo que fablaba y pablaba llevaba al gozo, al sentimiento de amor que emanaba como fuente de Zacatecas, de las labradas en cantera rosa con fineza en filigrana, pero esta dama era policromada como la loza de Talavera de la Reina, que ella era de la otrora Puebla de los Ángeles, agora de Zaragoza. Laura siempre ostentó una sonrisa llena de lozanía a más que siempre algo decía que llevaba a la risa, a la holgura, a la celebración de la vida.
Ínclita dama ésta mi primaza del alma tan tan tan alegre que fue en vida, dolorosamente la Parca vino por ella y se la llevó consigo. Deja un vacío insufrible. Tuvo el amor enorme de todo Dios, de todo Dios, fue una dama llena de holgura con unos hijos excepcionales que la amaron siempre, como la amó todo Dios en este Valle de Lágrimas.
Ingente sufrimiento deja a su madre, hijos y cognados, que queda su ida con la paz de que sus hijos están llenos de amor, que en comienzo con el amor de su abuela, el de sus tíos es la perfección, pues que esta fermosa dama tuvo como familia lo más excelso de esa sociedad de la levítica Puebla mejicana.
Al partir, al marcharse dejò transida a la Familia porque ese paso hórrido a la muerte siempre deja a nos los parientes con dolor y con la incomprensión sempiterna de que, como dice el pueblo, se van los buenos y quedamos los malos, que no es así, pues quedan sus amorosos agnados que darán el confort que, los que quedaron, demandarán, pues, así que dejó a muchos con el dolor de su ida, todos trataremos con mucho cariño de cuidar de los que la amaron, que son como decía mi amiga, hartidos Gilberto, hartitos, que en el tiempo pasado asì se decía muchos.
Lloramos, amada prima tu ida, adoramos tu presencia en este Valle de Lágrmas que es la vida, que así y todo, un día también la Parca vendrá por nosotros, y eso será la paz para dejar de sufrir tu partida, prima adorada.
Tu primo que en
vida te admiró, y amó mucho.
Gilberto Escobedo Mena