Estando yo ya allende la frontera de mi país, de súbito mi familia me
aparece que recibe letras anónimas que cuentan mi despedida en el restaurante
Sanborns a la que sólo fue invitado el pseudoamigo Enrique, en esas cartas se
da cuenta de mis correrías amatorias, de mi vida íntima a la que sólo ese
enrique tenía acceso, yo por mi parte igual, recibí cartas anónimas de ese
enfermo mental en que me informaba que lo que yo le había encargado, entre ello
un cuadro que mi abuela me trajo de El Prado de Madrid, una reproducción de El
Greco, lo había abandonado en la calle.
Eso es un amigo, justamente eso es el famoso amigo al que ayudé yo. Parece que estaba celosito de que su amante, otro
demente, se me fue a ofrece a mi casa, pero hasta el mismo enrique supo que yo
nada hice con esos ofrecimientos de su demente amiguito que me puso esa celada tan
simple y tan baja como lo era él, pues ese pobre hombre era un tipo de baja
estofa y de mala catadura dicho a la real de España.
martes, noviembre 26, 2019
Suscribirse a:
Entradas (Atom)