domingo, abril 08, 2012

Analogía con LAS BUENAS CONCIENCIAS

En el libro las Buenas Conciencias, Carlos Fuentes presenta a una familia (guanajuatense medio pelo pero con casa solariega) en la que el tío Balcárcel es quién gobierna al sobrinito de nombre Jaime Cevallos, a el padre de éste, Rodolfo Cevallos y a la ignara esposa de nombre Asunción.

Fuentes en este libro nos presenta a la madre del sobrino (Adelina) como a una tipa vulgar y al padre de Jaime Ceballos (Rodolfo) como a un hombre quien no tiene carácter y se plega a los designios del tirano estéril Balcárcel, presenta Carlos Fuentes a esta familia medio pelo como inculta, el tío Balcárcel amén de haber estudiado economía en Londres es un iletrado insensible que sólo saca moralinas de baja factura que por ende son hueras de valor, la analogía no es perfecta con mi familia pero mi tío Antoñito así era como el tío Balcárcel era el que gobernaba en casa con su mano dura y con moralina conservadora como que el sexo es malo y sórdido. La diferencia entre Balcárcel, el personaje de Fuentes, y mi tío Antoño estriba en que mi tío Antoñito fue un hombre muy culto.

En el libro de Fuentes la esposa de Balcárcel, Asunción, tía de Jaime Ceballos, es quién refuerza la fiereza del esposo Balcárcel y su conservadurismo guanajuatense, en mi caso era la hermana de mi padre y de mi tío Antoño: María de Lourdes, una señorita pacata gazmoña, virgen hasta la muerte la muy estólida, de ideas conservadoras y de muchas misas y oración.

El personaje denominado Jaime Cevallos que ama las bellas letras es mi persona pues que yo me identifico con ese personaje joven con padre sin carácter y con el tío tirano lleno de moralina católica; Rodolfo el padre de Jaime es como mi amado padre: sin carácter y espita.

La analogía no es perfecta entre "LAS BUENAS CONCIENCIAS" de Fuentes y mi caso pues, en mi caso mi madre no era la corriente Adelina que el tío Balcárcel echó de la casa solariega sino una aristócrata criolla hija de el escritor político y diputado José de la Luz Mena y Alcocer. Así que aunque mis tías gustaban ladrar zarandajas de mi madre no podían con su clase pues para mi familia paterna la raza, el apellido, el nivel económico determinaban el estadio social algo fundamental en sus relaciones. En mi caso fue mi abuela, la madre de mi padre, la que sacó a mi madre de la vida de mi padre pues, para ésa mi abuela no había mujer que mereciera a sus hijos.

Mi vida que pasó en esa casa (casa que era de mi tío Antoño) que sí, parecía museo henchida de cuadros de buenos pinceles, bronces, plata inglesa, cristales y arañas que pendían de los techos con abalorios iridiscentes fue más bien una vida tristísima sin mi madre: madre alejada inexistente.

Hoy, pasados decenios, veo que mi madre no me dejó su condominio a mí que de los tres hijos yo soy el único que no posee propiedad raíz inmueble, en vez de ello se lo dejó a su nieto quién tiene varias propiedades. Esto, triste, evidencia que no pensó en mí nada, ya adulto concebí (o acepté quizá) que mi madre no me amó nunca jamás, el hecho de no haberme dejado su condominio a mí evidencia que no pensó en mí nada. Hoy acepto que nunca tuve el amor de mi madre.