jueves, febrero 25, 2010

LA MALA EDUCACIÓN


No creo ser yo un tipo anticuado que encomia los atávicos valores vetustos y abyectos de el padre macho que sempiternalmente tiene razón a ultranza de manera irreflexiva. No no, yo soy un tío que hace sexo con todo dios, que cuando le ofrecen marihuana la fuma con holgura, aunque jamás he comprado y no suelo fumarla de manera consutudinaria pues no me gusta asaz muy mucho esa adormidera verde. Soy un tipo que gusta de la libertad y para ello voy a la playa nudista cada vez que puedo, defiendo a ultranza la libertad de la mujer pues que para mí la mujer debe gozar el sexo con varios hombres y no con sólo uno, luego, esa concepción de que debe ser impuesta la fidelidad va contra mis principios de vida, así esté ésta casada la mujer; defiendo el matrimonio entre homosexuales y entre lesbianas, odio la pedofilia, defiendo la legalización de la marihuana, defiendo que los hombres puedan con libertad gritar que son bisexuales, esto es que odio que los hombres casados con sexo contrario sufran ocultando su lado homosexual por miedo a perder a sus esposas y a sus hijos e hijas, en fin, del lado éste, no de el cultural que es el tema ahora aquí, defiendo y proclamo como senda de vida, encomio yo como laudables muchas libertades que en general la gente no preconiza, como el odio que yo profeso a las putas religiones de mierda pues que en general la gente es adoradora de religiones y yo las odio y las desprecio de tomo a lomo pues la religión constriñe la libertad, la Real de España dice que "Las reglas rígidas constriñen la imaginación", verdad ésta apodíctica ¡va que sí!.

Esta posición mía no me lleva a soslayar la buena educación en los hombres, en los menores, en las mujeres y en "las menorAs". Debo remontarme a lo que hoy es mi país Méjico, el que hoy el pervivir son sicarios, matones, narcotraficantes, secuestradores, policías narcos, narcopolíticos, defraudadores, impunidad en el crimen sea consumado por quién sea, hoy en Méjico los sanguinarios hacen licuefacción de cuerpos humanos, otros que hacen evanescencia de cadáveres humanos que sí pagaron rescate sobre la exacción impuesta a la familia del ultimado, la pedofilia se enseñorea de México haciendo de ese país, el paraíso terrenal de ese comercio que se merca a ojos vistas de todo dios. A los desaparecidos que Elena la princesa polaca dice que, no existen desaparecidos pues no se hacen ángeles sino que en algún lado yacen esos cadáveres de los secuestrados ultimados por venales que perviven en connivencia con los dirigentes de las policías quienes consuman exacciones económicas.

En veces me digo que ya comienzo yo a hablar como un viejo pues, a mí me enseñaron a estar en la mesa con la familia, levantarme de la mesa cuando todos han terminado, me enseñaron a ponerme de pie cuando alguien se levanta, mi familia me educó para excusarme si me retiraba de la mesa, yo tengo como verdad cierta que cuando un mozo se atraviesa entre dos personas debe excusarse claramente antes esas dos personas, a mí me incoaron la disciplina de comer todo sin derecho a yo perpetrar remilgos ni a preguntar siempre jamás qué es lo que se me ofrece como vianda.

Mis familiares a mí me educaron para amar las bellas letras, la música, que decir música para bien entenderse es Vivaldi, Bach y Haendel y no lo que no es como las cumbias, ballenato, salsa y demás bajezas, a la música ésta (que no es música, repito) mi tío Antoñito la llamaba "música de rateros" y sí, en efecto es la que en México escuchan los narcos, sicarios, ladrones, bandoleros, gobernadores, políticos, pedófilos venales que consuman peculado y pedofilia, et sequence. Desde niño me incoaron en el gusto por la lectura, desde mis albores leí y leí mucho, me imbuyeron el gusto por la buena música, siendo infante conocía el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, el Cascanueces de Piotr Ilich Chaikovski, desde niño escuchaba sólo música de la que llamamos "Clásica". En fin, la educación de mi infancia fue conocer la vida de Carlo Magno, la Cuestión de las Indulgencias en el Vaticano. Mi tío me llevaba al Barrio de San Ángel y me narraba las leyendas mejicanas de don Artemio de Valle-Arizpe y las de Luis González Obregón. En la escuela Primaria nos enseñaban la música mejicana de Guti Cárdenas y a tañer con guitarra "HAY UNOS OJOS", en la Primaria tomé clases de guitarra y las respectivas de música en la que un músico nos tocaba el piano. Los curas nos hablaban de Godofredo de Bouillón, de Roncesvalles y el Rodrigo Díaz de Vivar el Cid Campeador, nos narraban la valía de Desiderio Erasmo de Rótterdam, qué hizo Roger Bacon, y las obras que los artistas del Renacimiento consumaron en las reales nobles artes como Rafael Sanzio, Donato Bramante, Sandro Botticelli, Domingo Ghirlandaio, Andrea del Verrocchio, Petrarca, Miguel Ángel, Ghiberti, Fra Angélico; en dado caso los curas nos tenían ocupados en guerras, batalles, héroes y taumaturgos seres como el gran Lorenzo el Magnífico, y la mente ocupada en ver las ciudades como Lutecia, Cipango, Catay, Aix-la-Chapelle dicha Aquisgrán, etcétera, la cultura era el valor sempiterno aun para esos dogmáticos curas católicos de mi Escuela.

Ahora que veo la nada desa educación que reciben los críos, los chicos, los fijos de gentes mejicanas que conozco, les veo diáfanamente y me dejan ver el porqué de esa sociedad ya no decadente sino pútrida ya sin solucón ninguna pues que en Méjico sólo sicarios, secuestradores, matones, narcotraficantes y demás hato de esa laya y catadura de baja estofa y calidad hoy se da son lozana alegría en el otrora cultísimo Méjico. Es para mí evidente que, si los valores hoy en la ninguna educación de los críos es un demente concepto de pseudorespeto del infante, respeto que consiste éste en, dejarlo hacer todo lo que guste sin que se le inculque nada en absoluto de limite, ni de cultura, ni de civismo, ni de ética social, es obvio que, ya grande cuando necesita un satisfactor ese hoy infante, sea una naranja, sea un pitillo, sea una droga ilegal, en ese instante, considerando que la madre nunca jamás límite ninguno le impuso al chico, ni le dio un "no" como límite, en ese momento para mí es fácil de entender el que ahora la sociedad mejicana está henchida de matones y de secuestradores sin escrúpulos ni moral, siendo la única la del valor del dinero el que debe ser logrado por poco importa qué medio. Siento que en ese mundo mejicano, en el que todo capricho sin límite alguno debe ser satisfecho en el infante aun si tiene que lograr ese capricho pasando por la vida del prójimo, barrunto que es lo que lleva con facilidad al México de hoy ya "ut supra" descrito.

Veo hoy en el Canal TV Azteca 13 http://www.tvazteca.com/
al indio y su abyecto y vulgarsísimo, y fácil, vocabulario pletórico de términos como "chido" y demas bajezas que profiere como si fuera una gracia, términos que ya no son vulgarismos sino más bien vulgaridad inconmensurable, veo a más deso en ese amerindio su ínfimo nivel cultural. Ahora ése es el nivel cultural dese pueblo mejicano el que degrada día con día en valores y en bajeza de su nivel cultural, nivel cultural que más bien es nivel de incultura que va en ascenso, es decir que va en aumento, en crescendo, lamentablemente ese nivel de incultura.

Ésta mi reflexión es primaria, es simple, no es profunda pero harto útil yo siento para comenzar a contemplar esa mala educación en los chicos.

Cierto que antes fue el autoritario padre macho y la estúpida cosa llamada mujer, estúpida cosa pues jamás abría la boca para decir nada sensato sino jaculatorias y asistir a misas en sufragio de tal vecino o de tal advocación de la Santísima Virgen Nuestra Señora, la mujer antes sólo sabía hablar de patrística de los Santos Padres de la Santa Madre Iglesia, la mujer antes sólo asistir de hinojos y con genuflexiones sabía a triduos, novenas, rosarios, maitines, y a parlotear con canónigos de la grey clerecía. La mujer de antaño sólo consultaba con su marido y con su confesor, la mujer antaño sólo encomiaba el machismo de su macho sin jamás reflexionar nada, ella sólo sabía bordar, planchar, cocinar y acaso tocar algo de piano porque el sexo nada le decía salvo cuando tenía que engendrar algún crío pues, el cura anatematizaba a las lúbricas que sintieran placer carnal en el refocilar, así fuerede con su esposo legal y legítimo. El macho profería máximas que eran refritos ya oídos de los mayores, máximas y adagios que más cultura popular denotaban que una reflexión filosófica pues que la cultura popular era y es fuerte consejo en el pervivir indoamericano. Recuerdo a mi tía María de Lourdes que decía que "sólo Dios y hombre", indicando que la mujer nada valía (¡¿?!). Esta tía María de Lourdes siempre invocaba las frases celebérrimas de su padre, mi abuelo, freases anodinas y bobaliconas que denotan un cras conservadurismo gazmoño trasnochado y ramplón. Mi tía era pacata rata de iglesia, como se usaba en esos buenos tiempos de Dios, que no eran tan buenos dicho sea de paso pues amén de su moralina esa sociedad ya era corrupta sin par en la faz de la Tierra.

Colofón

En casa me dieron la buena música o la música, en la Primaria, Secundaria y Preparatoria (Bachillerato) me dieron la cultura y, en la Universidad socialista me dieron los egregios maestros que tuve, ellos y ellas me dieron los intrumentos y el método del raciocinio, además de la Literatura y el arte de razonar con límpida inteligencia.

En la Casa, como con rapidez denominamos a nuestro hogar, me dieron los instrumentos que no es sino la disciplina. Para mí no había como niño que era, derecho a escoger la comida, había comida y como la abuela la había hecho había que comerla y punto, me llevaron a ver el teatro japonés Kabuki a los ocho años de mi edad, a los once yo tenía el abono para toda la temporada de la Orquesta de Cámara de la Ciudad de Méjico, en casa por principio tenía que aprender a apreciar a Rodrigo, a El Greco, a Ponchielli y la arquitectura virreinal. Esa disciplina me enseñó a leer de grado, me enseñó a apreciar la música, me enseñó a amar la arquitectura, la pintura, la escultura, las letras, sólo en esa disciplina que hoy no la veo sino ausente en la abyecta mala educación de los chavalillos.

Hoy no veo que se les enseñe, de les induzca a la disciplina con ellos mismos a los chicos, no hablo de que se les tenga en regimen de horror, nada de ello, al contrario, yo encomio la libertad del chico pero también es bueno que el chico conozca que puede él mismo ordenarse, como ordenarse que debe leer en vez de ver telenvisión, que debe comer lo que no le gusta por el hecho de que es bueno para su salud, hoy yo no veo ese valor en los padres de hoy hacia los críos y mirad que no contemplo a la escoria, a la hez de mi sociedad. Recuerdo yo que a mí me enseñaron a controlarme, eso me lo enseñaron los curas en la Escuela y en casa, yo tengo capacidad para controlar el peso, yo controlo si fumo o si paro, yo decidí dejar el alcohol y lo abandoné hace veinte años, para mí es fácil el controlarme, cuando quise estuve delgadísimo, era talla 28, yo decido sobre mí en varios campos, lejos de ser un paradigma soy pero instrumentos y armas me dieron mis mayores.

Los paroxismos como el que viví dentro de un regímen a ultranza estricto y castrante claro que no postulo que la buena educación estribe en ese rigor inhumano, no, nada de eso; tampoco postulo que el imperante como el que hoy veo en los hogares en los que nada se les dirige a los chavales sin darles nada de modales, ética, moral, y peor dejándolos al garete sin cultura ni arte, fundamentales el arte y la cultura para el desarrollo humano. Hoy contemplo que en lugar de ciencias y arte se les da religión, instrumento fácil y gratuito que nada de arma es para realizarse en esa vida mejicana. Una religión es un vicio como lo es el desorden y falta de ética social que priva hoy en los hogares mejicanos.

Acaso postulo el justo medio aristotélico en el que está bien darles aparatos para música, autos, etc. pero hay que no privarles el arte, la cultura y la ciencia.

Ese pseudorespeto tan encomiado aparentemente no lo es tanto pues a la hora de hablar de el sexo allí aparece el conservadurismo craso del Medioevo en el que se le compele a la abstinencia a los chicos y a las chicas, curioso, los mismos padres que preconizan la libertad del niño son los que le privan de una libertad natural como es el sexo. Allí en el campo de la sexualidad se les imbuye que el sexo es malo, que no deben practicarlo (como los padres sí lo practican alegremente con todo dios y a toda hora). Hoy, más atrasados que el Renacimiento, la dicha y gritada con algazara "libertad" del menor, está trastocada en dejarlo sin educación ni disciplina ninguna y a la par, se le imbuye una mentalidad de antes de los años setenta.

Cuando veo los chicos de hoy, entiendo que el mundo va en decadencia y mirad que si alguno ama la puta libertad pues que soy yo ¡vive Dios!.

Ganadores del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2008

Félix Jorge López Páez y José Guadalupe Moreno de Alba, resultaron ganadores en Lingüística y Literatura.

En las Bellas Artes: María Graciela del Carmen Iturbide Guerra, María Teresa Rodríguez y José Celso Solé y Nájera.

En Historia, Ciencias Sociales y Filosofía: Jaime Mario Labastida Ochoa, Álvaro Matute y Aguirre. Y el Premio Post Mortem, a María Margarita Nolasco.

Edmundo García Moya, Alberto Robledo Nieto y Moisés Eduardo Selman Lama, obtuvieron el galardón en Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales 2008

En Tecnología y Diseño: María de los Ángeles Valdés Ramírez

En Artes y Tradiciones Populares: Grupo de Canto Cardenche de Sapioriz, Durango y Angélica Vázquez Cruz.




Félix Jorge López Páez: La literatura no es cuestión de suerte

8 de enero de 2009

El gusto por la lectura debe ser estimulado por padres y maestros, considera el escritor veracruzano - Hacer "literatura no es cuestión de suerte, no creo en la suerte", aseguró el escritor Félix Jorge López Páez, Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de Lingüística y Literatura, 2008.

"Parecería una contradicción: no compro cachitos (de lotería), compro series enteras. Si un día resulta que la suerte existe, no quiero lamentarme por no haberle pegado al gordo", afirmó el autor de "Doña Herlinda y su hijo".

Recordó que desde hace más de 30 años invierte parte de su sueldo como maestro de la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM, en comprar billetes de lotería.

Considerado uno de los autores mexicanos más prolíficos, cuya obra ha sido construida a través de diversas visiones narrativas, incluyendo la perspectiva de la infancia, López Páez considera que el gusto por la lectura debe ser estimulado por los padres y los maestros.

"Esto representa una gran responsabilidad, no se puede dejar todo en manos de la escuela, aunque los maestros sí han ejercido siempre una gran influencia en este sentido. Aún recuerdo cuando de joven, mi profesor, Julio Torri, me encauzó con gran interés en los libros", añadió.

Nacido en Veracruz en 1922, el también creador de la novela "Los invitados de piedra" (1961), afirmó no recordar cómo logró finalizar la carrera de Derecho a su llegada a la Ciudad de México.

"Me gradué de abogado, pero mi interés siempre fue la literatura. Pertenezco a una generación literaria que surgió durante la segunda mitad del siglo XX. Hoy lamentablemente todos están desapareciendo, al menos físicamente, basta con leer cada semana los obituarios", recordó.

Entre sus obras más destacadas se cuentan "Hacia el amargo mar"" (1965), "Mi hermano Carlos" (1965), "In memoriam, Tía Lupe" (1974), "La costa" (1980), "Silenciosa sirena" (1988), "Los cerros azules (1993)" y "Ana Bermejo" (1996).

En los años 80, uno de sus cuentos, "Doña Herlinda y su hijo", fue llevado a la pantalla por el cineasta Jaime Humberto Hermosillo. El escritor confesó que su incursión en el cine fue meramente incidental.

. "No tengo relación con el cine, más bien el cine se relacionó conmigo. De cierta manera siempre ha estado presente", afirmó mientras muestra algunos rincones de su casa donde exhibe fotografías de la actriz Greta Garbo, así como innumerables obras de arte, entre las que destaca su preferida: la pintura de un perro azul realizada por Juan Soriano, fallecido hace tres años en esta capital.

Con respecto a los rumbos que ha cobrado la literatura mexicana en las últimas décadas, López Páez dijo estar entusiasmado por las obras contemporáneas que ha conocido en el taller que imparte en la Universidad Nacional Autónoma de México desde hace tres décadas.

"Algunos alumnos llegaron a decirme que yo nunca impartía clase y es verdad, se trataba más de compartir la experiencia de la literatura, de comentar los textos, de leerlos. No se puede enseÑar a escribir, es algo muy personal", agregó.

Contrario a las afirmaciones de otros autores latinoamericanos que aseguran escribir para ellos mismos y que no tienen un único autor favorito, López Páez no duda en dar respuestas directas en ambos sentidos.

"Mi autor predilecto siempre será Plutarco y mis libros siempre los escribo pensando en el lector; uno escribe porque quiere expresar algo, una experiencia de vida, un recuerdo, el lector está de alguna manera siempre presente como un futuro testigo", adujo.

Para finalizar la charla, confesó con humor que los premios y reconocimientos le gustan, siempre y cuando él sea el ganador, además anunció que terminó hace unos días la escritura de su más reciente novela, cuyo tema gira en torno a las andanzas amorosas de un político mexicano.

"Fue una gran proeza escribirla, no tanto por el tema sino porque la redacté en una computadora que a ratos me perdía mis textos, pero afortunadamente logré una tregua con la tecnología", concluyó el escritor.