miércoles, septiembre 29, 2010

GILBERTO ERNESTO PAZ PEÑALOZA


Un día alguien me dijo que todas las Patricias son bellas, creo eso es cierto, esa misma persona adujo que todos los Ernestos son putos...

A Gilberto Ernesto, a causa de este nombre Ernesto, mi bandido amigo Antonio le puso por hipocorístico "La Tina" por Ernestina. Ellos follaron entre sí unas veces y acabaron detestándose recíprocamente, nunca entendí eso de que la gente después de refocilar, todo lo acaba en reyerta certera, así es el humano de torpe, yo creo.

Antonio a la madre de La Tina la llamaba "La Metrera" como escarnio por el trabajo de la señora quien era muy pretenciosa y petulante, a más de arrogante, la santa señora ésa, madre de La Tina, a quién Antonio le añadió el apellido de "Garfias", así quedó el nombre de: "La Tina Garfias".

La que fue querida Tina era un buen amigo, un poco presuntuoso, algo normal a su edad, Tina era más joven que yo, a más que más bello que yo pues él tenía buen cuerpo.

La Tina Garfias y yo muchas veces nos unimos para salir a cazar machos al Metro División del Norte, era peligroso pues una vez hallé un par de ladrones estafadores que querían mi dinero para no denunciarme ante mi empleo de que era puto.

La Tina y yo hacíamos orgías maravillosas en mi departamento de la Colonia del Valle en la Calle de Nicolás San Juan cerca de Félix Cuevas, eran tiempos de juventud y de placer.

Un día que llamé a una machorra amiga quien no es lesbiana sino más bien con aspecto de, me dijo "oiga don, su comadre La Tina se murió, su familia dice que de cáncer". El vulgo popular decía que de VIH, a saber. La Tina iba a ser odontólogo, creo medio supe que el padre le pagaba a veces la Universidad, pero no siempre. El padre estaba casado con una señora diferente a la madre de La Tina, echábase de ver que la madre de La Tina lo adoraba, es hijo único.

La Tina era presumida, alto, de cara agradable, con una tez marrón hermosísimo ese marrón de tez de La Tina Garfias.

A La Tina y a mí nos encantaba follar con todo mundo, imagino que era la edad en que las hormonas las tiene uno al cien por cien de potencia pues que nos dábamos vuelo en lo tocante al salaz placer carnal, había una parte pobre en esos ayuntamientos carnales lúbricos y era que todo ayuntamiento era con la luz apagada, algo muy pobre pues hoy veo que ya la gente follamos en parques, en el Centro comercial, en el sanitario... en el D.F. follábamos dentro del Metro y de los busitos, unas furgonetas de transporte del tercer mundo.

La Tina era un buen chico quién gustaba del cuuidado de su cuerpo el que era atlético, él era alto, delgado, de buen talle, con una faz muy agradable con rasgos finos. La última vez que le hablé estaba en una silla de ruedas postrado, me decía que vendía sus patines y su portafolios de piel para pagar sus tratamientos contra el cáncer. No sé a punto fijo pero sentí que necesitaba dinero para su tratamiento y ese dinero no lo tenía.

Sé que lo peor para un padre es que un hijo muera antes que esa madre o ese padre, inefable dolor le causó de seguro la muerte de Ernesto a ésa su madre, como a los amigos de La Tina Garfias.

Requiescat in pace.

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