sábado, febrero 27, 2010

Íñigo Villa de Segura de la Frontera o la homofobia intrínseca



Pongo el nombre éste, el de Íñigo Villa de Segura de la Frontera, a este mí amigo quien, siendo homosexual de naturaleza, casóse, engendró una hija y dos varones, uno dellos macho, de ésos que encomian matar a los homosexuales en México pues eso de la pureza puritana gringa no es privativo de los infelices gringos, en Méjico los hay y en demasía. Mi amigo pobre de espíritu se amilana y en vez de revelar que es gay, se presenta como heterosexual amador de hembras de esas que tienen alzadas las tetas y anchas las caderas zalameras, de las candongas de fabla y pabla suave como el cantor de coro de churriguera catedral virreinal.

Íñigo Villa de Segura de la Frontera ha llegao hace un año a mi ciudad. Ha dejado atrás su mejicano Estado norteño, ha dejado atrás sus dos hijos y a su hija. Ha dejado atrás a su esposa con quien sigue casado y de quien ya estaba separado de tiempo ha. Amén de estar aún casado, Íñigo Villa de Segura de la Frontera comienza con fruición a hacer su vida de homosexual refocilando carnalmente con todo dios, vida vedada allá en su México pues, él es una persona hermética, es un muy grande panico que le ataca el hablar de su homosexualidad ante sus hijos e hija, yo le argüyo que es el miedo a perderles el que le hace callar su verdad, él no sabe qué le compele a ocultar a ultranza esa revelación a la que Íñigo Villa de Segura de la Frontera denomina con afrenta e ignominia: "confesar". Con torpedad este hombre me refiere que es un asunto privadísimo que sólo a él le concierne y a nadie más, yo le respondo que cuando él presentaba a su esposa e hijos él se ufanaba y hacía grandes saraos para presentar su boda, su hija, y los cumpleaños de la familia heterosexual, le argüyo que igual derecho goza de hacer alharaca de su vida homosexual, le doy como evidencia que cuando nos casamos civilmente no vamos a matar a todo el viandante que hállase en el Palacio de Gobierno para que nadie vea que nos casamos con una persona de nuestro mismo sexo, pues no, claro que se hace a ojos vistas de todo dios.

Este sonorense amigo hoy ya comienza su vida lúbrica con salaces y gallardos mozos de toda suerte y nacionalidad pues que en Canadá los hay de todas las razas y de toda laya y talante, Íñigo Villa de Segura de la Frontera ya folla con un musulmán, ya con un suramericano, ora con un asiático, ora con un negro haitiano, su vida ya con menos culpa la desarrolla de manera más normal respetando su naturaleza. Antes no la respetó jamás pues se reprimió siempre en la pulsión sexual que le es propia, por ende Íñigo Villa de Segura de la Frontera tuvo depresiones, taquicardias, ataques de pánico, etc. etc. etc. todo un cuadro que lo tuvo toda su vida consultando a médicos y a especialistas. Hoy Íñigo Villa de Segura de la Frontera ya no necesita médico especialista ninguno pues ya no presenta taquicardias ni depresiones, hoy respeta su naturaleza aunque para él es normal ocultar a ultranza a todo dios su homosexualidad, punto en el que disiento yo con él pues yo le explico que cuando él presentaba a su esposa e hijos lo hacía ufano, le explico a este sonorense que al presentar en sociedad a su familia declaraba a todo dios, ufano, su heterosexualidad, y allí todo dios estaba asaz contento, le explico al sonorense que así en ese mismo orden de ideas tiene que ostentarse como homosexual pues es condición "sine qua non" para la salud mental, el estar ufano uno de sus logros y, el tener una pareja de valía es un logro de el que debe ufanarnos siempre jamás.

Este amigo sigue su proceso con parsimonia y frugalidad, Íñigo Villa de Segura de la Frontera ya no es mozo, no es provecto pero ya las mocedades las dejó atrás ha tiempo. Es justo, a mi fe, que antes de entregar la vida a la Parca, realice su existencia para la que fue parido, es decir, que folle con vehemencia con felones y con pelones, para que así, el morir lleve una sonrisa en el talante níveo.

Claro que en hablando de muerte, le interpelo que revele a sus hijos e hija su genuina y real naturaleza, yo le explico a Íñigo Villa de Segura de la Frontera que es hórrido que las viperinas y filosas lenguas ávidas siempre de dimes y diretes, deturpen su imagen ante sus ignaros hijos e hija dél, le digo que es siempre mejor que sus hijos conozcan su verdad, la de que es gay. Le digo que sus hijos hoy tal vez aman a una imagen, la que es falaz y mendaz, eso es deletéreo a mi fe, claro que obviamente tengo por hecho cierto, y casi consumado, el saber que jamás revelará ese su secreto a sus hijos ni a su hija. Deleznable el no hacerlo es. Yo sostengo que quien lo siguiera amando después de conocer a el verdadero padre, querría decir que siempre lo amó y, el hijo que dejara de amarlo querría decir que amó a un padre el que jamás existió. Yo cojo el lado de la verdad, yo tengo como hecho cierto que la verdad debe imperar, eso para mí es categórico e indubitable.

En análoga situación hállase otro amigo mío también de Méjico, lo mismo le digo que haga, él también se siente amilanado y teme perder el amor de su hijo e hijas.

Siempre será triste que esos hijos queden privados de conocer que un padre homosexual fue un eximio padre. A más que no sabemos la sexualidad que presentarán los hijos destos amigos, es obvio que la probabilidad de que tienen un hijo homosexual, es latente y altamente probable, mucho más a tener un hijo con idiocia o demencia, el que uno tenga un hijo homosexual (o una hija lesbiana) es altamente probable, todo dios teme eso pero, con temor o no, acaece que uno tiene hijos e hijas homosexuales.

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