sábado, febrero 27, 2010
Manuel Buendía Tellezgirón
http://www.el-universal.com.mx/columnas/65423.html
Estrictamente personal
Raymundo Riva Palacio
30 de mayo de 2007
Crimen de Estado
Hace 23 años se asesinó al periodista Manuel Buendía por el temor que publicara la relación del poder político mejicano con el narcotráfico, una historia aún secreta.
Hace 18 años se encuentra en la cárcel José Antonio Zorrilla Martínez, director de la legendaria Dirección Federal de Seguridad. Para toda una generación su nombre no significa nada, pero Zorrilla Martínez no sólo fue el funcionario de más alto rango en el gobierno de el presidente mejicano Miguel de la Madrid en pagar por el asesinato del columnista más influyente de los últimos 50 años, Manuel Buendía, sino que fue el chivo expiatorio con cuya condena se encubrió un crimen de Estado.
La noche del 30 de mayo de 1984 Buendía salió de su oficina en Insurgentes, casi llegando a Reforma, cuando un asesino le disparó cinco tiros por la espalda. El asesino huyó por Insurgentes, en el perímetro de la Zona Rosa, que era altamente vigilada por policías y militares en esos años por el alto número de personalidades que comían en sus restaurantes, sin que tuviera mayor problema para escapar. Se subió a una motocicleta y se fue a esconder a las instalaciones de la DFS, a unas cuantas cuadras de ahí.
Zorrilla Martínez llegó con sus principales comandantes a la oficina de Buendía y tomó ilegalmente las riendas del caso. Cuando se le persiguió en el gobierno de Carlos Salinas, él y los comandantes que hicieron la investigación fueron a la cárcel, junto con Manuel Ávila Moro, nieto de un presidente de la República, acusado de haber jalado el gatillo. En realidad, Ávila Moro, agente de la DFS y rockero, no había sido el victimario, sino quien manejó la motocicleta en la que el responsable directo de la ejecución escapó. Éste, descrito por testigos como un tipo alto y fornido, aunque delgado, con una gorra y un corte de pelo estilo militar, resultó ser un coronel que, tres días después de ese crimen, apareció asesinado en Zacatecas con más de 120 puñaladas en el cuerpo.
El asesinato de Buendía fue fraguado con sólo 30 días de antelación, luego de que el columnista retomara en dos columnas una declaración de finales de abril de aquel año de los obispos del Pacífico sobre la penetración del narcotráfico en las estructuras del poder. A través de pedazos de los detalles de su asesinato recogidos arqueológicamente por los años, se pudo establecer que, como consecuencia de ellas, el secretario de la Defensa, Juan Arévalo Gardoqui, convocó a una reunión donde se decidió el destino de Buendía.
Creía, de acuerdo con la información que ha salido a cuentagotas en casi un cuarto de siglo, que Buendía tenía información que vinculaba al Ejército y a altos funcionarios del gobierno federal con el narcotráfico, y que la daría a conocer en su famosa columna Red Privada. En la reunión estuvieron funcionarios de la Secretaría de Gobernación, proveedores de armas para el Ejército, Zorrilla Martínez y varios comandantes de la DFS, un par de ellos asesinados años después en actividades relacionadas con el narcotráfico.
Una investigación paralela de Samuel del Villar, en ese entonces el cruzado de la renovación moral en Los Pinos, establecía que ante la crisis económica que sufría el gobierno de De la Madrid, se elaboró una política secreta donde el gobierno se haría de fondos del narco mediante la protección de los campos de cultivo. Un ex secretario de Estado en la administración de De la Madrid expresó altas dudas sobre la veracidad de aquel informe, en buena parte porque, comentó, Del Villar -un hombre con una genialidad que tocaba muchas veces la locura- estaba produciendo documentos desconcertantes, como una propuesta al presidente para resolver el problema del sindicato petrolero con una especie de Noche de San Valentín.
Lo que era innegable, de acuerdo con otros ex secretarios de Estado que hablaron con el paso de los años, era que el Ejército sí protegía cultivos de droga, particularmente en Sonora y Sinaloa, y que la participación de Arévalo Gardoqui como jefe de esas actividades siempre fue muy difícil de rebatir. El narcotráfico ya había penetrado las estructuras del poder en México. De hecho, las redes de distribución estaban inmersas en la geopolítica del momento, particularmente la contrarrevolución organizada por Washington en contra del gobierno sandinista en Nicaragua. La ayuda a la contra tenía problemas de abastecimiento de armas por la Enmienda Boland, mediante la cual el Congreso de Estados Unidos prohibía a la Casa Blanca ayudar de cualquier manera, salvo humanitaria, a los contras.
Se conoce ampliamente el caso del Irancontras, que fue una operación para llevar armas a la contra procedentes de Irán a cambio de la liberación de los rehenes estadounidenses en su embajada en Teherán, pero casi nada ha salido, en todo este tiempo, sobre el papel de México. Buendía siguió esa pista con su peculiar olfato periodístico hasta que lo mataron, el mismo día y a la misma hora en que a 2 mil 500 kilómetros, en La Penca, Costa Rica, un agente de la CIA colocó una bomba en una conferencia de prensa convocada por Edén Pastora, el legendario Comandante Cero de los sandinistas que se volteó contra ellos y que para 1984, después de haber sido una de las piezas claves en el trasiego de armas para la contra desde México, se había convertido en un problema para la agencia.
Pastora sobrevivió el atentado donde murieron cuatro personas y 14 resultaron heridas. En esa conferencia que en ese momento no sabía que era promovida por agentes de la CIA en San José, iba a revelar las presiones que tenía de la CIA, que desde Costa Rica controlaba la recepción de armas para la contra, que llegaban a ese país y a la base militar en San Salvador, manejada por los agentes en Centroamérica y por el teniente coronel Oliver North desde la Casa Blanca.
Una de sus primeras declaraciones, muy poco difundidas, fue que el atentado "había venido de México", donde estaba buena parte del trasiego de armas para la contra, que cambiaban por droga en Texas. México era parte de la geopolítica de la guerra fría, donde Estados Unidos cerró sus ojos para beneficios de sus intereses ulteriores. En ese sentido el general Arévalo, pese a la documentación que lo involucraba en el narcotráfico, nunca fue perseguido ni acusado formalmente, como tampoco fueron reveladas las relaciones del Ejército con el narco.
Buendía, temía el secretario de la Defensa, tenía pruebas de cómo él, altos funcionarios de Gobernación y familiares del presidente, estaban metidos en el negocio del narcotráfico. No está claro todavía si cuando Arévalo se alarmó el columnista tenía documentación sólida. Pero Zorrilla Martínez, que era su compadre, sí sabía todo aquel entramado. Pero para un crimen de Estado se necesitaba un hombre de Estado.
En efecto, por más contradictorio que parezca, Zorrilla Martínez se comportó como un hombre de Estado, tragándose todo lo que sabía, guardando silencio entonces y ahora para salvar la viabilidad de un gobierno. Pero, sobre todo, para proteger a los secretarios de Estado que, con la aprobación o no del presidente De la Madrid, metieron sus manos de lleno en el narcotráfico, prólogo pernicioso de la realidad actual.
rriva@eluniversal.com.mx
r_rivapalacio@yahoo.com
http://www.jornada.unam.mx/2009/02/19/index.php?section=politica&article=015n1pol
Rafael Moro Ávila, autor material del homicidio del periodista Manuel Buendía, ocurrido el 30 de mayo de 1984, obtuvo el beneficio de la libertad anticipada de parte de un tribunal colegiado, por lo que anoche fue excarcelado del Reclusorio Norte. Originalmente fue condenado a 25 años de prisión, pero ayer, cuando cumplía 19 años en la cárcel, salió por liberación anticipada debido a buena conducta.
El miércoles 30 de mayo de 1984 Buendía salió de su oficina en Insurgentes y se encaminó al estacionamiento público en el que guardaba su vehículo. Moro lo emboscó allí y le disparó cinco tiros por la espalda. El asesino huyó en el perímetro de la Zona Rosa, que era altamente vigilada por policías y militares en esos años por el alto número de personalidades que comían en sus restaurantes.
Moro logró escapar y fue hasta el 21 de junio de 1989 cuando se le ubicó y se le detuvo.
Rafael Moro, ex agente de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), fue encontrado penalmente responsable de los delitos de homicidio calificado, es decir, se comprobó que asesinó a Buendía con premeditación, alevosía y ventaja.
El sexto tribunal colegiado fue el órgano jurisdiccional que concedió el beneficio de ley a Moro Ávila. Según la causa penal abierta durante el juicio contra esta persona, Rafael Moro en compañía de José Antonio Zorrilla Pérez, ex director de la DFS, fueron los que planearon y ejecutaron el crimen, presuntamente porque Manuel Buendía preparaba un reportaje en el que vinculaba a Zorrilla con actividades del narcotráfico.
Las fuentes consultadas agregaron que en los próximos días también puede darse la excarcelación –bajo el mismo principio legal de la libertad anticipada– de José Antonio Zorrilla.
http://www.eluniversal.com.mx/notas/578046.html
Homicidas de Manuel Buendía están libres .
Juan Rafael Moro y José Antonio Zorrilla quedaron en libertad la madrugada del miércoles. Ellos fueron sentenciados después de que se comprobó su participación en el homicidio, cometido el 30 de mayo de 1984 .
NOTIMEX
EL UNIVERSAL
CIUDAD DE MÉXICO JUEVES 19 DE FEBRERO DE 2009
Los asesinos material e intelectual del periodista Manuel Buendía abandonaron anoche las instalaciones de los reclusorios Norte y Oriente, luego de que jueces federales les otorgaron amparos que les permitieron beneficiarse con el recurso de la libertad anticipada.
La Subsecretaría del Sistema Penitenciario del Gobierno del Distrito Federal informó en un comunicado que los procesados Juan Rafael Moro Ávila y José Antonio Zorrilla Pérez gozan ya de libertad, aunque con la advertencia de que tienen que cumplir obligaciones para que no se les revoque el beneficio.
Explicó que en el caso de Moro Ávila la Dirección Ejecutiva de Sanciones Penales del gobierno capitalino otorgó la libertad anticipada, atendiendo la resolución del juicio de amparo 493/2008-1 emitido por el Juzgado Quinto de Distrito en Materia Penal en el Distrito Federal, cuya resolución fue confirmada por el Sexto Tribunal Colegiado en Materia Penal de Primer Circuito.
De la misma forma, Zorrilla Pérez obtuvo su libertad anticipada en atención al juicio de amparo 1021/2008-111 emitido por el Juez Octavo de Distrito de Amparo en Materia Penal del Distrito Federal, resolución confirmada por el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal de Primer Circuito.
La dependencia informó que en ambos casos se trata de libertades en su modalidad de Remisión Parcial de la Pena que les obliga a cumplir ciertas obligaciones para no incurrir en "causales de revocación" de la libertad anticipada.
"Se trata básicamente en observar buena conducta y modo honesto de vivir, firmar cada 30 días para seguimiento de sus actividades, residir en el domicilio que le haya sido señalado y no ausentarse del mismo sin autorización de la Dirección Ejecutiva de Sanciones Penales", indicó la subsecretaría.
Los sujetos antes mencionados fueron sentenciados después de que se comprobó su participación en el homicidio del periodista Manuel Buendía, cometido el 30 de mayo de 1984.
De acuerdo con las investigaciones, Zorrilla Pérez fue el autor intelectual del homicidio, mientras que Moro Ávila fue identificado como el asesino material del periodista.
http://octavioislas.wordpress.com/2009/02/21/2528-mexico-fundacion-manuel-buendia-comunicado-a-la-opinion-publica-21-de-enero-de-2009/
A LA OPINIÓN PÚBLICA
La excarcelación anunciada por el Sexto Tribunal Colegiado de Rafael Moro Ávila y José Antonio Zorrilla Pérez, autores material e intelectual del homicidio del columnista Manuel Buendía Tellezgirón, ocurrido el 30 de mayo de 1984, constituye un gravísimo episodio para la justicia y la prensa mexicanas.
Más allá de las interminables dudas y suspicacias en torno al pleno esclarecimiento del crimen (recuérdese la terminante declaración de Zorrilla: “Nunca fui autónomo. Era parte del sistema. Recibía órdenes del secretario de Gobernación”), resulta altamente preocupante e inconcebible que ahora, en un escenario de continuos atentados y violencia contra periodistas y medios informativos, se haga llegar una señal tan ominosa para el gremio periodístico y toda la sociedad mexicana.
No podemos olvidar que al momento del homicidio de Manuel Buendía, Zorrilla Pérez era director de la Dirección Federal de Seguridad, entonces dependiente de la Secretaría de Gobernación, y que jamás se investigó con suficiencia sobre su fortuna y propiedades (imposibles de justificar con sus ingresos como servidor público).
Desde el asesinato del autor de “Red Privada”, el número de homicidios, atentados y agravios a periodistas ha aumentado de manera alarmante, al grado de que hoy se ubica a México como el segundo país donde se cometen más actos contra el ejercicio periodístico. En ese contexto, y considerando la impunidad que ha reinado por lustros, el que ahora se haga efectiva la excarcelación de dos responsables de un asesinato que conmocionó a la nación hace 25 años –porque se trataba de uno de los columnistas más importantes e influyentes de la segunda mitad del siglo XX–, deja una impresión de inquietud y desamparo para los periodistas y de menoscabo a su libertad de expresión.
Lo triste e indignante del caso es que hoy día nuestro sistema judicial castigue más enérgica y gravemente a los líderes de movimientos sociales que a los responsables de asesinatos y actos contra periodistas.
Atentamente
FUNDACIÓN MANUEL BUENDÍA A.C. México DF, 19 de febrero de 2009.
NOTA: Si quieres suscribirte a este comunicado, el cual aparecerá en la página electrónica de la RMC y de la FMB, envíanos un correo con los siguientes datos: nombre completo y cargo que desempeñas.
BOLETÍN ELECTRÓNICO RMC FUNDACIÓN MANUEL BUENDÍA A.C Guaymas No 8, despacho 408, Col. Roma, Del, Cuauhtémoc Correo: fundacionbuendia@prodigy.net.mx Tels. 5207 1857 / 5208 4261
http://www.criterios.com/modules.php?name=Opiniones&file=article&sid=295
Manuel Buendía, in memoriam
Redacción | Publicado el 2006-05-30
Miguel Ángel Sánchez de Armas | Juego de Ojos
Hace 22 años murió asesinado Manuel Buendía Tellezgirón (hoy es año 2009). Aquel 30 de mayo de 1984 fue miércoles. Por la tarde, el autor de “Red Privada” -la columna cuyo nombre se ha hecho sinónimo de lo mejor de nuestro periodismo- abandonó la oficina que rentaba en un viejo edificio de Insurgentes, a la altura de la Zona Rosa en la ciudad de México, y se dirigió al estacionamiento público en donde guardaba su auto. Ahí, en la puerta, fue emboscado. Un sicario lo ultimó de cinco tiros por la espalda.
El día pardeaba. Vehículos y peatones congestionaban la principal avenida de la capital. El crimen, a propósito frente a testigos, fue en realidad una ejecución, una advertencia. Las fotografías del cadáver desangrado de Buendía en una acera le dieron la vuelta al país y al mundo: en aquel México tal era el fin que aguardaba a los practicantes de un periodismo crítico, analítico y, sobre todo, independiente.
Veintidós años han transcurrido y mucha agua ha pasado bajo nuestros puentes. Hoy reconfirmamos que la muerte de Buendía fue ejemplar, pero no en el sentido en que quisieron sus asesinos. Un instante después de la primera oleada de dolor y miedo, en el periodismo mexicano se refrendó el compromiso con la libertad. Y conforme pasan los años, nuevas generaciones de periodistas encuentran en Manuel Buendía un ejemplo de ética, valentía y rigor profesional y personal, pues Buendía sigue entre nosotros por la sencilla razón de que la esencia del periodismo en el que él creía sigue siendo la misma.
Recordamos a Buendía de muchas formas. Su cálida amistad y el sentido de humor con que engalanaba su trato. La solidaridad y el culto a la amistad. Su profunda convicción de estar transitando por el mejor de los caminos profesionales. Una vez escribió: “Ni siquiera el último día de su vida, un verdadero periodista puede considerar que llegó a la cumbre de la sabiduría y la destreza. Imagino a uno de estos auténticos reporteros en pleno tránsito de esta vida a la otra y lamentándose así para sus adentros: “Hoy he descubierto algo importante, pero... ¡lástima que ya no tenga tiempo para contarlo!”
Un hombre comprometido y eficaz. Un periodista preocupado por definir el oficio: “El periodismo no nos permite vivir de ‘lo que fue’, de ‘lo que el viento se llevó’. Al contrario: nos obliga a vivir para lo que es. Un periodista no puede permitir que sus amigos le organicen, como a un pintor, exposiciones retrospectivas.
“Tampoco podemos arrullarnos, como las viejas actrices, en la nostalgia del álbum fotográfico o en el recuerdo de aquellas marquesinas que bordaban nuestro nombre con foquitos de colores. Ni andamos por ahí como los veteranos de una guerra ya olvidada, luciendo antiguas condecoraciones y un atuendo pasado de moda.
“Los periodistas, como el combatiente sin relevo, vivimos y morimos con el uniforme de campaña puesto y el fusil humeante entre las manos. “Dicho de otro modo menos melodramático: los militantes del periodismo -por vocación y por destino- tenemos que ser, aquí y ahora, y para nosotros ser significa publicar, hacernos oír, ya sea desde una gran cadena de periódicos, o en una modestísima revista provinciana y hasta en una simple hoja volandera.
“Mi homenaje, pues, a tantos colegas que no alcanzan fama ni honores, pero que jamás han desertado del deber profesional un solo día.”
Hay hombres que forjan sus propias leyendas. En el periodismo de vez en cuando surgen figuras que rompen los moldes no como un reto, sino porque ello es parte misma de su naturaleza. Manuel Buendía fue de esa estirpe. Lo recordamos siempre. (Mayo 30 de 2006)
sanchezdearmas@gmail.com
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario