jueves, marzo 11, 2010

CONCILIÁBULO

La Jornada Virtual

http://www.jornada.unam.mx/2009/05/24/sem-naief.html



Epidemia conspiratoria y conspiración epidémica

RELATOS ASOMBROSOS

¿Qué sería de nosotros sin nuestras queridas teorías conspiratorias para explicarnos por qué suceden tragedias, catástrofes y fenómenos inexplicables?¿Cómo racionalizar lo inexplicable o lo insoportable sin la ayuda de ambiciosos y descomunales planes de control, opresión, explotación o exterminio ingeniados por despreciables y crueles enemigos de la humanidad, ya sea Henry Kissinger, una raza de nazis mutantes que viven ocultos en un refugio atómico cerca de Zurich o extraterrestres grises de linaje reptiliano? Magnicidios, crisis económicas, el 9-11, golpes de Estado, Hannah Montana y nuestra reciente influenza h1n1 , tienen por fuerza que ser obra y creación de mentes macabras que se reúnen en conciliábulos, órdenes secretas para conspirar en contra de los pueblos del mundo. ¿Quién puede asegurar lo contrario? Las pruebas están ahí, escondidas en los discursos oficiales, en los estudios científicos, en las páginas de oscuros panfletos y desternillantes páginas web. Tan sólo basta descifrar los mensajes secretos, desenterrar los subtextos e interpretar las señales. ¿Quién puede asegurar que el famoso ovniólogo Billy Meier no fue visitado por los pleiadianos o que Bob Lazar miente al afirmar que en el Área 51 están almacenados los restos de una nave extraterrestre y el cadáver de un viajero espacial? Estas narrativas nacen, como escribe Julio Patán, de una “vocación de absoluto, dirigidas hacia la supremacía total”, son relatos fabulosos que tratan de poner en tela de juicio toda certeza acerca del funcionamiento de las instituciones, la naturaleza y la política.

DE CONSPIRACIONES A CONSPIRACIONES

La realidad es que estamos rodeados de conspiraciones a todos niveles. La invasión estadonidense de Irak es un ejemplo perfecto de cómo un grupo en el poder conspiró para presionar gobiernos, chantajear políticos, manipular a los medios de comunicación, seducir intelectuales y engañar a la opinión pública del mundo, para llevar a cabo una guerra de agresión con fines geopolíticos y financieros. La lista de conspiraciones estadunidenses y de las potencias europeas en contra de gobiernos sudamericanos, caribeños, asiáticos y africanos sólo en el siglo xx no podría caber en este espacio. Sin embargo, las palabras “teoría conspiratoria” se han vuelto término clave: para unos son sinónimo de disparates irracionales del calibre de los Protocolos de los sabios de Sión (el grotesco panfleto antisemita manufacturado en la Rusia zarista y que sorprendentemente aún tiene credibilidad entre ignorantes y racistas del mundo), para otros se trata de explicaciones exhaustivas e incuestionables que ponen en evidencia los motivos ocultos de los poderosos; para éstos todo aquel que desconfía o niega sus razones, o bien es un ingenuo o es parte de la conspiración.

INFLUENZA COMO ARMA

Con esto llegamos inevitablemente a la influenza, mal apodada porcina, que recientemente sacudió a México y al mundo. Internet y en particular la blogósfera comenzaron muy pronto a señalar incongruencias y paradojas en la historia oficial del virus: responsabilizaban a las farmacéuticas, al Grupo de los 7, a la cia , al Banco Mundial y al fmi . Muchos aseguran que no hubo muertos, otros decían que un virus que combinaba influenza humana, aviar esatdunidense, porcina europea y asiática tenía por fuerza que ser creación de un laboratorio. Por tanto, el virus tiene que ser una arma biológica. Esta versión se apoya en un documento muy circulado en la red, “Influenza as a bioweapon ” de los doctores Mohammad Madjid, Scott Lillibridge, Parsa Mirhaji, y Ward Casscells, publicado en el Journal of the Royal Society of Medicine. Los autores plantean que el virus de la influenza es muy apropiado para ser usado como arma: es más accesible que otros virus más peligrosos como la viruela (que son estrechamente controlados), la aparición de casos no despierta usualmente sospechas ni investigaciones tempranas por lo que una epidemia es muy difícil de ser detectada en sus inicios, la incubación es corta (uno a cuatro días a diferencia de diez a catorce para la viruela), es muy difícil de erradicar y provoca complicaciones cardiovasculares potencialmente mortales. Es claro que se han manufacturado virus con fines militares, pero de ahí a emplear un virus como mecanismo de manipulación económica o de limpieza étnica hay una gran distancia. Sin duda es una extraña casualidad que esta crisis ocurre cuando México ocupaba los titulares en los diarios estadunidenses en el papel de “estado fracasado”, como un país que únicamente producía indocumentados y narcos. Pero es ingenuo creer que alguien echaría a andar un plan tan impredecible, imprudente y potencialmente catastrófico a nivel planetario como para recurrir a un virus como herramienta.


Naief Yehya
naief.yehya@gmail.com

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