miércoles, febrero 17, 2010

ARRABAL






Cuando niño, mi tío, Antoñito se llamó en vida, gritaba mucho la palabra "barraca", "arrabal", "pocilga" etcétera todas las que significan zahúrda.

En general como tenía la obsesión de la asepsia, todo le daba asco, principalmente la gente fea. Mi amigo Zenaido quedó suspenso ante la elegancia dese tío Antoñito...

Este tío cuando yo era niño, me llevaba a "La Lagunilla", barrio sucio, lleno de bandidos y de pícaros, barrio lleno de merolicos estafadores quienes venden pomadas contra infecciones cutáneas, pomadas que nadie sabe la etiología desas, lo que es un críptico misterio esotérico ésa, su procedencia y etiología.

Era fascinante cuando compró mi tío "El Cascanueces" de Tschaikovsky. En el cartón del disco de 33 revoluciones había un hombrecito pintado, junto con una pricesita, el hombrecito tenía nalgas redondas y voluptuoso bulto entre las piernas, lo que me decía que el disco era de calidad. En realidad eso me gusta del ballet: que los hombres presumen sus testículos y su verga como no está permitido allende el ballet.

Luego una vez compró este tío Antoñito una colección de diez discos de música, la que llamamos vulgarmente "clásica". Me fascinaba oír esos discos, como me fascinaba escuchar los valses mejicanos que, en otro disco viejo, había en esa casa.

La consola era un enorme Telefunken alemán con diez potentes bocinas, algo egregio que daba un sonido que nada envidia los aparatos estilizados de hoy, tal vez no es así pero para mis oídos así era ese gigantesco mueble Telefunken alemanoide.

En esa lagunilla comprábamos los abalorios de los candiles de la casa pues, que a en veces las sirvientas al asearlos los arrancaban y se rompían al caer al suelo. Recuerdo los cuadros emulando castillos europeos, los cuadros que eran reproducciones de Velázques y de El Greco con marcos de oro de hoja patinada.

En esa Lagunilla veía los vetustos muebles estilo Imperio con patas, y descansabrazos, dorados. Allí veía los primorosos candiles checoeslovacos y los vasos y tibores de cristales de Murano y de Venecia, jarrones, picheles y cráteras griegas, etc. todo lo hermoso que los bandidos habían ido a robar la víspera a alguna mansión en LAS LOMAS DE CHAPULTEPEC, barrio dónde la gente vive de manera principesca. Yo queaba atónito ante esas bellezas que eran obras de arte. Mi tío me enseñó a apreciar esas bellezas, las que en casa teníamos no de manera deleznable pues que la casa parecía museo, lamentablemente no era una mansión solariega de las que abundan en la Colonia Roma, barrio donde hay aún mansiones solariegas dignas de una príncipe o de un duque.

El gazmoño tío Antoñito gustaba de ir a la iglesia de Santo Tomás Moro, sita Vito Alessio Robles. Cuando yo le llevaba, yo no entraba a el templo, detesto los curas y las idioteces que ésos dicen pues sólo son falacias además muy mal dichas. Mi tío gustaba de ir a ese templo de Santo Tomás Moro pues allí tenía raquel su hermana un nicho en el que guardaban los restor mortales de, María Guadalupe, hermana de el tío Antoñito, su madre de ellos, y sepa Dios de quién más. Nunca acepté que metieran los restos mortales de mi padre allí con ésos, me daba asco pensar acaso que se hallara junto a esa gente pues, tanto que lo odiaron y ofendieron con humillaciones, como echarle a la calle afrentosamente que, era absurdo que terminara a la vera de esa gente quien tanto lo odió, como lo odió tanto raquel su hermana y, mi tío Antoñito, su hermano, quién tantísimo lo desorientó y engañó pues que taimado y fementido era mi querido tío ése Antoñito. Disfuncional familia ésa la mía.

Pero os narraba que iba a esa calle de Vito Alessio Robles a ese templo, los domingos. En saliendo de desayunar en Sanborns mi tío iba a echar una visitada a sus deudos. Los deudos son su hermana Guadalupe, su madre quien en vida fue mi abuela, una tía "ilegítima" Paulina, creo ella nace de una relación ilegítima de un abuelo o bisabuelo con una sirvienta, algo así pasó. Ella fue sirvienta en una casa rica dónde sé la trataban muy bien.

La tía Guadalupe era una hermosa mujer de ojos grandes y pechos altos. Mujer de buen talle y bellas piernas, altiva y muy humana, diferente a sus dos codiciosas hermanas vivas, muy vivas.

Esta tía vivía abarraganada con un músico de renombre a quién mi tío Antoñito odiaba porque decía que era indio. Pues indio o no indio, hoy es una gloria nacional ese "indio", fue un egregio compositor y su nombre nunca jamás morirá de los anales dese Reyno de la Nueva España en la América Septentrional.

La tía Guadalupe era una mujer que se veía sufría la soledad. Su amante vivía con otra mujer, la bigamia y poligamia en Méjico es moneda corriente, es un país muy árabe. Mi mismo abuelo tuvo varias señoras, mi tío Fito, Adolfo tuvo una decena de esposas, claro que la gente como es hipócrita finge lo que es falso pues todo dios tiene varias tías y varios tíos de barraganas y de amantes en sus vidas.

A esta tía Lupe, como la llamábamos, mi abuela, su madre, la trataba con desprecio, mi tío yo sí creo que la quería mucho, no así las otras hermanas siempre tan rudas, severas y, quizá, malas. Esta tía tuvo un fijo quien a mi fe sufrió mucho, muchísimo más que yo pues, perdió a sud dos padres cuando niño y, pasó a vivir a casa de sus tíos, los míos. Allí con su disfunción cerebral, todo eran violencia, gritos, golpes, desconfianza, celos, rabias, envidias, crítica, prejuicios, juicios preconcebidos, en fin, un horror y toda la frustración y el odio al padre dese infante el mismo infante la pagaba, como si él hubiere escogido el amor de la madre y la raza del padre. Esto me hace reír cuando veo a los árabes, musulmanes y indoamericanos que ladran y chillotean que los canadienses son racistas. Asombra que callan el desembozado y desbozalado racismo mejica.

Daba asco ver el fingimiento, la mala actuación de sentimientos falsos y no sentidos, de sentimientos inexistentes que, las dos tías sentían por mi tía Lupe, su hermana de ellas.

Esa tía Guadalupe adoraba la música, tenía una colección impresionante de discos de 33 revoluciones, yo creo que eran como mil. Dudo que nada de ello exista aún.

Ante esos hórridos y estridulados gritos y maltratos, odios, rencillas, ocultamientos, falsedades, hipocresías, tortazos, palos, patadas, malos tratos, yo quedo suspenso, ante el dolor dese niño quedo yo aterrado. Hoy parece que todo ha desvanecido y todo tornóse acidulado, perdióse ese dolor el que tornóse en desazón, ira, vida espita y crápula, renovóse quizá todo para peor...

II


Siempre recuerdo cuán taciturno yo siempre fui desde niño. Es normalísimo que lo haya sido pues eso de haber sido rechazado de mi madre es difícil, duele sentirse rechazado por la madre que lo parió a uno, peor en un país dónde la madre es el paradigma de el amor al hijo, al menor, al feble infante.

Siempre miré con gran asombro la soledad que cubría las sombras oscuras de los obscuros muebles de caoba con patas de garras de fieros leones castellanos, veía taciturno los candiles de "la casa". Los tibores, los candiles checos, el centro de mesa en cristal cortado que dejaba sonidos holoséricos, las alfombras, las figuras de 'biscuit', el busto de alabastro y los bronces pétreos y silenciosos, silentes no me hablaban en ésa, mi grande soledad y solitariedad. Los cuadros, las pinturas en marcos dorados con María Luisas, reproducciones ésas de Velázques, de Picasso, de Goya y Lucientes, de El Greco, esos mayestáticos hombres sacados de egregios pinceles, contenían personajes que esperaba yo que algo me dijeran pero nada me hablaban, yo quería que me acompañaran en mi soledad pero, esos bellos seres de las pinturas la vida nunca la tuvieron sino sólo eran visuales imágenes, reproducciones yertas de la realidad, una realidad ida ya del tiempo pasado glorioso, una gloria que las jarras de plata, la tetera y servicios de plata, la vajilla china, la cubertería de oro, con estentores gritos proferían sin que yo les escuchara el clangor de sus refulgentes iridscencias, rutilantes en versicolores luces.

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