martes, febrero 16, 2010

LOS PERIODISTAS QUE TRIUNFAN

Yo tengo una pseudoamiga, ella es ... bueno, tiene un muy buen empleo, empleo que es (a mi fe) maravilloso ése su empleo en el medio periodístico-cultural, sorprende por las fortunas que gana como remuneración pecuniaria fruto de su trabajo.

Ah, ese carácter, ese genio que no sé por qué le llamamos genio pues lejos de tener un efrit sobre la testa, tiene feo carácter atrabiliario, pero feo feo feo, lo que se dice feo con cojones. Es grosera, no se calla nada de lo que siente, cierto es que yo soy feble de mollera eso nadie lo niega y todo dios lo sabe pero, ésa, mi pseudoamiga, ¡ay Santo Niño Dios! que qué rarita es pues tal vez hace ella la analogía con un gato que a ratos está pegado a uno con asaz necesidad de afecto, caricias, y de súbito arma el follón, deviene ésa mi pseudoamiga como euménide de cólera, de ira, de rabia.

A veces me digo que así hay que ser para triunfar en la vida siendo periodista pues que sólo en ese medio que aparenta ser tan humanista, hallo esos bichitos furibundos y atrabiliarios. Es una tragicomedia mal actuada ésa del periodismo pues que se ostentan como humanos henchidos de empatía y, en la realidad no hay nada de esos laudables valores humanos o nada humanos sino, competición, logros, sobresalir y triunfar.

Curioso de que esa triunfadora el los mass-media y en su peculio siempre se queja de estar sola, con las faltriqueras pletóricas de ducados, de duros y yace sola amén de sendos éxitos que la permean de tomo a lomo, a más de gracia y belleza pues es buena moza de blancas carnes y graciosa faz, de cabellos negros y ojos rutilantes.

Ah que los periodistas de ese país de allende, de la otredad, que agora hozan en las noticias y el triunfo crematístico, ¡ah!, y en el prestigio, ¡ah, la fama!, ¡el éxito!. El reconocimiento y la petulancia van de la mano, finalmente ese reino de la otredad no puede ofrecernos sino pérfidos y pérfidas. Esto por la petulancia, el aire se superioridad que imbuye a esos seres inalcanzables que detentan la sabiduría y el conocimiento de la ciencia infusa dada por Dios a esos semidioses y a esas semidiosas nereidas oráculos divinios y divinas, generalmente, como añadidura, blancos(as), seña y signo de lo que mi tío Antoñito llama la raza superior ¡para colmo de jodederas, joder que me cago en Dios!

No hay comentarios: