viernes, marzo 19, 2010

JOSEPH RÁTZINGER cuasi CAPO DE UN CÁRTEL DE PEDÓFILOS



En 20 de mayo de 2009...


DENUNCIAN ABUSOS SEXUALES ENDÉMICOS DURANTE CASI 70 AÑOS EN LAS INSTITUCIONES CATÓLICAS DE IRLANDA

LA IGLESIA CATÓLICA DE IRLANDA ABUSÓ SEXUALMENTE DE MILES DE NIÑOS

LA IGLESIA IRLANDESA OCULTÓ ABUSOS SEXUALES CONTRA MENORES EN CONNIVENCIA CON AUTORIDADES

EL INFORME SE DA A CONOCER DESPUÉS DE 9 AÑOS DE TRABAJO Y MILES DE VÍCTIMAS ENTREVISTADAS

UNA INVESTIGACIÓN DE NUEVE AÑOS DOCUMENTA UN "CATÁLOGO DE CRUELDAD" CONTRA MENORES ENTRE LOS AÑOS CINCUENTA Y OCHENTA

LA INVESTIGACIÓN, DIRIGIDA POR UN JUEZ, DENUNCIA EL "SILENCIO" DE LOS LÍDERES RELIGIOSOS

INSTA LA IGLESIA CATÓLICA DE NO ESCUCHAR A LOS MENORES QUE SE QUEJARON DE ABUSOS Y DE VIOLACIONES

UNA ASOCIACIÓN DE VÍCTIMAS COMPARA AQUELLAS INSTITUCIONES CON LOS GULAGS



Investigación publicada en Irlanda por una comisión de investigación dirigida por el juez Sean Ryan, denuncia el "silencio" de los dirigentes religiosos sobre el mal endémico y sempiterno de esa religión que son los abusos sexuales en las instituciones para infantes dirigidas por sacerdotes de la Iglesia católica entre la década de los años treinta y la de los sesenta.

"El abuso sexual fue un problema endémico en las instituciones infantiles" durante casi 70 años, aseguran los autores del informe, que se ha dado a conocer después de nueve años de trabajo y miles de víctimas entrevistadas.

"Los líderes religiosos saben que el abuso sexual es un problema en las instituciones religiosas masculinas", se indica en el informe, de 2500 páginas.

El nefario de Iglesia católica regodeada en su placer carnal de la pedofilia, en la su grey clerecía siempre es experta, se negó a escuchar a las personas víctimas de abuso sexual ocurrido en el tiempo pasado amén de las evidencias derivadas de las investigaciones policiales y de los testimonios personales de esos chicos.

"Eran auténticos gulag"

Según una asociación de víctimas de acoso infantil, algunas de aquellas instituciones ascendían al nivel de los "gulag" y denuncian que los niños más vulnerables "eran tratados como esclavos" y como esclavos sexuales. Esos chavales sufrían tortura física, sexual, moral y psicológica.

John Kelly, coordinador de la organización de supervivientes de abuso sobre los niños (SOCA), afirma que esos orfanatorios de La Iglesia no eran hogares de ayuda, describe cómo los responsables a veces obligaban a los niños a fabricar sus propios instrumentos de tortura.

John Kelly dice de esos hospicios: "Eran auténticos 'gulags' y la mayoría eran autosuficientes. Los niños eran alquilados a los agricultores como esclavos", esto denuncia Kelly, a la sazón de la publicación del informe sobre los abusos y violaciones de infantes. La mayoría de las víctimas eran menores y púberes en circunstancias difíciles, a menudo huérfanos o delincuentes, que llegaban de hogares de reeducación, hospicios, orfanatos y otras instituciones, ya cerradas. La comisión de investigación asegura que los testimonios de las víctimas que han decidido denunciar, hombres y mujeres que ahora tienen entre 50 y 80 años, demuestran "más allá de toda duda" que el sistema de instituciones de la Iglesia en Irlanda "trató a los niños más como internos de una prisión y esclavos que como gente con derechos". "La crudeza del régimen era inculcada en la cultura de las escuelas por las sucesivas generaciones de hermanos, sacerdotes y monjas", una gavilla de depravados sexuales enfermos criminales.

"Fabricábamos nuestros propios instrumentos de tortura"

Kelly estuvo en una institución ubicada en un antiguo cuartel militar británica en el centro de Irlanda. "Tenía paredes de 10 metros de espesor. Se trataba de una guarnición militar y como estaba en buen estado, utilizaron las celdas para los niños. No utilizaban nuestros nombres, eramos números", ha explicado Kelly. "Yo no era John Kelly, era el número 253, una cifra que recuerdo cada día", reveló.

Aduce:

"Nos llamaban residentes, pero los residentes no eran arrastrados fuera de la cama para ser azotados desnudos en medio de la noche. No tenían que levantarse a cualquier hora para trabajar con los agricultores, cuyo dinero iba a parar a las órdenes religiosas y al Estado".

"Confeccionábamos nuestra propia ropa y zapatos y no teníamos acceso a los alimentos procedentes de las explotaciones para las que trabajabamos, a la que sí tenían acceso los hermanos y sacerdotes".

"Fabricamos el martillo con el que nos golpearon y algunas religiosas eran tan diabólicas que tuvimos que coser monedas de tres centavos en los cinturones, para que fueran nuestros propios instrumentos de tortura", dice Kelly.

Decenas de miles de niños afectados

Kelly asevera que muchas de las víctimas se sienten "engañadas y traicionadas" porque el informe "se limita a reconocer el abuso infligido de manera generalizada y creen que el Estado pudo haber hecho más para proteger a los niños".

"Creo que el informe ya es un logro, pero las heridas siguen abiertas por la sencilla razón de que los problemas no se gestionan adecuadamente y todavía no se han publicado los nombres de los responsables", finaliza Kelly.

Se caclula que entre 30 mil y 40 mil niños pasaron por estas instituciones desde finales de la década de los años treinta.

Según concluyó un extenso informe de una comisión especial en la República de Irlanda, el veinte de mayo de 2009 la infausta Iglesia Católica fue acusada de ser responsable por miles de abusos físicos, psicológicos, morales y sexuales contra niños en casos que se remontan a SESENTA años. El documento, que fue presentado oficialmente en Dublín, indicó que unos 35 mil niños fueron internados hasta 1980 en asilos, escuelas o instituciones para discapacitados, y sometidos a abusos "endémicos", además, destacó que el gobierno irlandés "hizo poco" para frenar esa situación.

Las supradichas instituciones católicas:

"Las escuelas funcionaban con un sistema severo y regimentado que imponía disciplinas irracionales y opresivas a los niños, e incluso al personal que trabajaba allí".

El informe de cinco volúmenes, que llevó nueve años en ser elaborado, indicó también que unos 2500 testigos declararon haber sido víctimas de abusos sexuales o físicos por parte de sacerdotes o monjas. Con relación a las niñas, sostuvo que éstas fueron supervisadas por órdenes de monjas, principalmente las llamadas "Hermanas de la Misericordia" que de misericordiosas no tienen muchos estas madres de madres que valen madres.

El multicitado informe destacó que aunque sufrieron menos abusos sexuales las niñas que los niños "fueron víctimas de abusos frecuentes y humillaciones creadas para hacerlas sentir que no tenían valor alguno", eso es lo que constituye el acoso moral y el daño psicológico.

La Comisión concluyó que las autoridades de la Iglesia Católica "incentivaban" los castigos a través de golpes, palizas y "consistentemente" escondieron a pederastas pedófilos de sus órdenes "en medio de una interesada cultura de secretismo".

El informe condenó a los inspectores del gobierno por no haber identificado en su momento golpizas crónicas, violaciones sexuales y métodos de humillación contra los menores. Los señores justicias se contentaban de informar al señor obispo de estos crímenes, el obispo protegía a sus curas y nunca denunció sino que avisó al Vaticano.

Los abusos sexuales en esas instituciones infantiles (orfanatos) fueron "endémicos" entre 1930 y 1990, sentenció el informe elaborado por una comisión independiente tras casi 10 años de investigación.

"Las autoridades religiosas católicas sabían que los abusos sexuales eran un problema pertinaz en organizaciones religiosas masculinas", subraya el documento.

La Iglesia católica, como siempre de deshonesta e infame, intentó sistemáticamente impedir la publicación de las conclusiones de la Comisión, la que entrevistó a más de 2000 personas quienes contaron que sufrieron maltrato físico como son palizas, golpizas, intimidaciones, amenazas y abusos sexuales por parte de sacerdotes y de monjas.

El documento de más de 2500 páginas constituye un dramático retrato de los daños emocionales, sexuales, físicos y mentales sufridos por los niños y confirma las acusaciones de miles de víctimas de los abusos, cuyas denuncias les valieron ser tratados de "mentirosos" por la grey católica irlandesa.

Más de un centenar de instituciones dirigidas por órdenes católicas -principalmente las Hermanas de la Caridad y los Hermanos Cristianos - fueron investigadas por la Comisión, compuesta por decenas de expertos.

Entre 30 mil y 40 mil niños pasaron por esos abyectos establecimientos católicos. La mayoría de esos menores fueron internados porque habían sido abandonados, eran hijos de madres solteras, o habían cometido pequeños robos.

En algunos casos los niños ingresaban cuando tenían apenas dos años de edad. Nefanda la conducta de esos malditos sacerdotes católicos hijos de la gran puta de abusar, de toda suerte de maneras, de esos pobres niños, es inefable el nefando crimen, los nefandos crímenes que esos malditos perpetraron sobre esas inocentes criaturas.

A la AFP John Kelly, una de las víctimas de esos abusos dijo "Yo no me llamaba John Kelly yo era sólo el número 253", aseveró también: "Eso no eran orfanatos, eran gulags",

Las conclusiones de la investigación constituyen otro golpe para la credibilidad de la Iglesia católica irlandesa, ya mancillada por escándalos sexuales en varias de sus parroquias y en casi todos los países donde se ha enseñoreado.

La Asociación de sobrevivientes irlandeses de abusos a niños (SOCA), que fue creada para ayudar a las víctimas, llamó al Papa Benedicto XVI a investigar las actividades de las órdenes católicas en Irlanda. ¡Cuánta ingenuidad... o cuánta mala fe!.

"Ahora que la comisión ha terminado su trabajo, llamamos al Papa Benedicto XVI a convocar un tribunal especial para investigar exhaustivamente a las órdenes religiosas católicas en Irlanda", afirmó John Kelly, el coordinador de SOCA en Dublín. Esto es como haber nombrado a don Corleone para que investigue su propio imperio mafioso, es lo que comúnmente denominamos aberrante.

Allen señaló que los miembros de esas (sacrosantas) órdenes que abusaron de niños no serán procesados. Muchos de ellos ya murieron.

Algunos de las víctimas que prestaron testimonio -y que viajaron de países lejanos, como Australia, para contar los años de terror que vivieron en esos establecimentos- denunciaron que la investigación no había ido suficientemente lejos, y que los culpables no iban a ser castigados.

John Walsh, una de las víctimas afirmó: "Me siento indignado, amargado y decepcionado", adujo que la investigación había dejado "heridas abiertas", al no castigar a los culpables de los abusos. ¿Pero en qué cabeza sana cabe pensar que a esos mayestáticos curas criminales iban a ser instruidos en justicia? hay que ser idiota para pensarlo pues el mundo es de los poderosos y la justicia es para los poderosos contra los de abajo.

La orden de los Hermanos Cristianos logró el año pasado 2008 aplazar la publicación del informe, presentando una demanda legal para conservar el anonimato de algunos de sus -hideputas- miembros citados en el documento, incluso en casos en que los religiosos ya habían sido sentenciados por haber abusado sexualmente de niños.

Tras nueve años de indagaciones y más de 2000 testimonios, una investigación ha concluido que la cúpula de la Iglesia católica irlandesa conocía el abuso "endémico" al que eran sometidos los 35 mil o cuarenta mil niños que entre los años 50 y los 80 se acogieron a sus instituciones análogas a un ergástula.

El actual líder eclesiástico, el cardenal Sean Brady, se ha declarado (el veinte de mayo de 2009) "profundamente apenado y avergonzado por el hecho de que estos niños sufrieran de manera tan hórrida en nuestras instituciones". El informe asiente este cardenal católicos "documenta un vergonzoso catálogo de crueldad; el abandono, el abuso físico, sexual, psicológico, moral y emocional perpetrado contra niños".

El informe, elaborado por la Comisión Investigadora de los Abusos de Niños, puesta en marcha en 2000 tras una andanada de denuncias de abusos cometidos por la Iglesia católica irlandesa en el pasado, concluye que funcionarios eclesiásticos alentaron palizas rituales y protegieron de forma sistemática a sus cristianos miembros pedófilos para que no fueran detenidos, todo ello rodeado de "una cultura al servicio del secretismo".

Los cinco tomos del informe documentan un rosario de abusos físicos, morales, psicológicos y emocionales, cientos de miles de abusos sexuales en casi todas las "non sanctas" nefandas instituciones eclesiásticas, una red de reformatorios, escuelas industriales y casas de trabajo, sobre todo en las de chicos. Las escuelas estaban gestionadas de manera severa, con un régimen de disciplina irracional y opresivo que afectaba a los niños e incluso a los empleados. Es inefable esa perversidad y maldad de esos malditos sacerdotes hideputas.

Los niños pasaban hambre a más que en muchas escuelas la alimentación era inadecuada, incomestible y mal preparada. Muchos testigos hablan de que estaban constantemente aterrorizados por las palizas, en las que se les intentaba provocar el mayor daño posible a los menores. Auténticamente unos psicópatas esos curas con la mente desequilibrada de un asesino serial.

La multicitada investigación documentó casos que se remontan hasta el año de Dios de 1914 y otros, más cercanos en el tiempo, denunciados en el año 2000. El informe, de unas 2500 páginas, es un catálogo de "abusos sexuales crónicos" y de maltratos físicos, morales, psicológicos y emocionales infligidos "sobre decenas de miles de menores desfavorecidos, abandonados y olvidados" tanto por religiosos como por personal laico.

Entre las órdenes religiosas investigadas figuran las Hermanas de la Misericordia -a cargo del mayor número de ese nefariio de instituciones para menores-, los Hermanos Cristianos -el principal gestor de instituciones para chicos de entre 10 y 16 años de edad- y las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad y Refugio. Hemos de contemplar también a monjas verdugo, monjas torturadoras y violadoras de niñas.

Estas últimas administraban las infames "Lavanderías de la Magdalena", popularizadas por la película Las hermanas de la Magdalena (2002), donde se recluía a jóvenes de supuesta vida disoluta bajo un régimen de esclavitud y continuas humillaciones.

Según infiera la Comisión, las congregaciones religiosas infaustas no tuvieron en cuenta las consecuencias que tendrían sus acciones sobre el desarrollo de los menores. Al contrario, el informe denuncia que la principal preocupación de las órdenes era "la mala publicidad y los potenciales escándalos" que se generarían si se llegaba a conocer el verdadero alcance de los abusos físicos y sexuales.

El presidente de la Comisión, el magistrado Sean Ryan, aseguró que las autoridades eclesiásticas abordaban las denuncias de abusos sexuales trasladando a los agresores a otro lugar, donde, "en muchos casos", volvían a delinquir al violar a otros niños en otros centros de esa organización religiosa reputada ya por su eximia pedofilia. "El bienestar general de los niños no se tomaba en consideración", insiste el documento.

Nadie responderá ante la Justicia

Durante la presentación del informe, celebrada en un céntrico hotel de Dublín, se registraron tensas escenas entre miembros de la Comisión y víctimas de los abusos, a los que no se permitió entrar en la sala. El grupo de apoyo a las víctimas "One in Four" ("Uno de cada cuatro"), consideró que "la jornada de hoy es un día de vergüenza para Irlanda". Los perjudicados lamentan también que, como resultado de la investigación, que le ha costado al Estado más de 70 millones de euros, ningún pederasta será llevado ante la Justicia. "¡¿Pero cómo si son seres sagrados y santos, cómo pensar que uno puede encarcelar a uno de esos sagrados hideputa?!".

El informe sólo nombra a los individuos que en el pasado ya han sido condenados por cometer abusos sexuales, a pesar de que la Comisión descubrió "casos específicos" en 216 instituciones. "El abuso sexual de chicos era endémico en las escuelas malditas del clero católico.

Según la Comisión, los maltratos no se denunciaban normalmente, pero en una ocasión en que el Ministerio de Educación fue alertado al respecto, sus responsables actuaron en connivencia con los religiosos para mantener la maldita cultura del silencio imperante.

Por lo general, abundó la investigación, la autoridades educativas irlandesas optaban por ignorar las acusaciones de abusos sexuales y nunca presentaron estas quejas ante la Garda (la policía irlandesa). "Como mucho, los abusadores era trasladados, pero nada se hacía para tratar el daño infligido sobre el menor. En general se culpaba al niño y se consideraba que éste estaba corrompido por la actividad sexual y era castigado con severidad".

El informe concluye que si las condiciones de habitabilidad eran "frías, húmedas y básicas", los castigos corporales eran "perversos, severos, arbitrarios e impredecibles" en las instituciones donde los menores "vivían con el terror diario de no saber por dónde iba a llegar la siguiente paliza".

En noviembre de 2009 el ministro irlandés de Justicia, Dermot Ahern, ha presentado un informe judicial sobre los abusos de sacerdores contra menores consumada por la Iglesia Católica irlandesa la que de manera criminal gozó de inmunidad durante décadas para ocultar los abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes de la archidiócesis de Dublín. Así lo ha puesto en evidencia un informe elaborado por la juez Yvonne Murphy.

Esas son algunas de las conclusiones de un documento presentado públicamente por el ministro irlandés de Justicia, Dermot Ahern:
La connivencia entre la jerarquía eclesiástica y las autoridades del Estado, entre ellas la propia policía y la Fiscalía, sirvió, dice el texto, para encubrir los esfuerzos de cuatro obispos dublineses por mantener el "prestigio de la iglesia, proteger a los pedófilos y los bienes de la Iglesia, y evitar escándalos".

El texto, de 700 páginas, ha visto la luz con una serie de cortes para no prejuzgar presentes o futuros casos penales, al tiempo que se ha eliminado toda referencia a aquellos sacerdotes que se enfrentan a procesos penales ante el temor de que pudiera afectarlos, por lo que se utilizan pseudónimos para proteger la identidad de otros.

"No preguntes, no hables"

El informe, fruto de tres años de investigaciones, asegura que la política y tácticas ocultistas de la Iglesia se pueden resumir bajo la frase de tintes mafiosos "no preguntes, no hables".

"La Comisión no tiene duda alguna de que el abuso sexual clerical fue encubierto por la Archidiócesis de Dublín y demás autoridades de la Iglesia. Las estructuras y reglas de la Iglesia Católica facilitaron ese encubrimiento".

"Las autoridades del Estado -prosigue- facilitaron el encubrimiento al no cumplir con sus obligaciones y su deber que consiste en asegurar que la ley se aplicase a todos por igual, lo que permitió a las instituciones de la Iglesia mantenerse fuera del alcance del proceso legislativo normal".

La Comisión investigadora de la Archidiócesis de Dublín ha examinado las acusaciones de 450 personas presentadas contra 46 sacerdotes por hechos ocurridos entre 1975 y 2004, así como el manejo del escándalo por parte de diecinueve miembros de la jerarquía católica, entre ellos el cardenal Desmond Connell.

El purpurado llegó a acudir a los tribunales para impedir la entrega de unos 5000 documentos archivados durante su ejercicio al frente de la Archidiócesis, petición que le fue denegada. Cuando abordó las denuncias de maltratos sexuales, Connell estableció en dos ocasiones juicios secretos bajo los términos de la Ley Canónica, según el informe.

"Informe Ryan"

Aunque la Comisión no halló pruebas de la existencia de una red organizada de pederastia en la Archidiócesis, detalló varios casos tan estremecedores como los recogidos en el llamado "Informe Ryan" del pasado mayo de el año de 2009.

Un sacerdote, por ejemplo, admitió haber cometido abusos sexuales contra más de 100 menores, mientras otro confesó que, durante el ejercicio de más de 25 años de Ministerio, abusaba de menores cada "dos semanas".

En otra instancia, el informe denuncia que la policía irlandesa (la Garda) tardó 20 años en presentar cargos contra un sacerdote.

"Altos cargos de la Garda, incluido el Comisionado (máximo responsable) en 1960, consideraban que los curas estaban fuera de su alcance. Hay algunos casos en que los agentes de la Ley, de hecho, informaban a la diócesis sobre denuncias en lugar de investigarlas", confiesa el texto.

Alrededor de el 26 noviembre 2009 un nuevo informe sobre abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes católicos sacude al Reino Unido toda vez que se revela que La Iglesia católica irlandesa ocultó abusos sexuales en connivencia con el Estado.
La nueva investigación sobre abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes católicos en Irlanda ha sacudido al reino de Su Majestad Británica, donde, según el informe, la Iglesia católica gozó de inmunidad durante décadas para ocultar estos abusos, cometidos impunemente por católicos sacerdotes de la Archidiócesis de Dublín, Irlanda, Reino Unido, Europa.

El caso éste llega al paroxismo cuando descubrimos el surrealismo de que quien llegara a ser papa, el cardenal Joseph Ratzinger es el megalómano criminal que ordenó silenciar los abusos sexuales y físicos a menores bajo amenaza de excomunión si estos menores denunciaban los nefandos crímenes de sus mentores los sacerdotes católicos.
Cuando Joseph Ratzinger llegó a Washington dónde le esperaba George Walker Bush, Rátzinger con un cinismo escandaloso propio de un sicario, declara de manera vaga unas desleídas disculpas en el nombre, según el papa, de algunos curas que habían pecado. en la realidad la cifra de sacerdotes católicos pedófilos que violaron menores tan sólo en los Estados Unidos asciende a más de 4300 si remontamos en el tiempo a contar desde los años cincuenta.

En los EE.UU., como en Irlanda y como en el Reino de el Canadá, un enorme número de casos de pederastia comenzó a salir a la luz en el año 2002, dando lugar a una serie de procesos y sentencias por las que la Iglesia se ha visto obligada a pagar millonarias indemnizaciones a las víctimas. 4300 sacerdotes en Estados Unidos han estado involucrados en casos de Pederastia. En 2007 la arquidiócesis de Los Ángeles pagó 660 millones de dólares a 500 víctimas de abusos sexuales de sacerdotes católicos.


La mayoría de los ataques sexuales son mayoritariamente varones, y en muchos casos niños impúberes en la época en la que sufrieron vejaciones sexuales de todo tipo. Por supuesto estos países no son los únicos en los que se han producido tales abusos en escuelas dirigidas por órdenes eclesiales católicas. En España, sin ir más lejos, donde el control de la escuela por parte de la Iglesia fue absoluto durante más de cuatro décadas, no es difícil escuchar a antiguos alumnos de estos centros relatar cómo sufrieron tocamientos u otras agresiones sexuales. Pero aquí, como en Italia, el poder que todavía ejerce la Iglesia Católica sobre las instituciones ha hecho que un férreo silencio amordace una historia que algún día, sin duda, tendrá que ser contada. Y si es narrado ese pasaje de la religión, habrá que sacar a la estampa toda una enciclopedia pues, ya en el Medioevo y en el Renacimiento desaparecían alrededor de monasterios cientos de niños y nadie reparaba en ello pues la gente estaba más interesada en saber de nuevas guerras y de nuevos castillos que el rey se hacía contruir para gloria de su áulico reino. 



Mientras volaba hacia los Estados Unidos de América, Benedicto XVI declaró, con la naturalidad de quien pretende fingir inocencia, que los escándalos de pederastia fueron "una vergüenza que no se debe repetir". Según manifestó el papa, cabeza de la Iglesia romana, los casos referidos habían supuesto "un gran sufrimiento para EE.UU., para la Iglesia y para mí, personalmente". "No comprendo cómo esto pudo suceder", agregó con apócrifo pesar Ratzinger a los periodistas que le acompañaron en el avión.



La realidad, sin embargo, es otra muy diferente. Joseph Ratzinger es consciente de que durante años miles de pederastas fueron encubiertos y protegidos de la acción de la Justicia por las supremas jerarquías de la Iglesia. Esta complicidad de sus superiores, el sistemático encubrimiento por parte de la Jerarquía de los curas pederastas, permitió que éstos continuaran abusando impunemente de varias generaciones de niños y adolescentes, tanto norteamericanos como irlandeses. Para evitar el escándalo, la Iglesia utilizaba el procedimiento de enviar a los pederastas denunciados a otros destinos donde nuevos menores volvían a sufrir los abusos de los clérigos pedófilos. Existen numerosas sentencias judiciales y documentos que prueban lo que afirmamos. Sólo a modo de ejemplo ilustrativo se puede mencionar el caso de Bernard Law, arzobispo de Boston, que tuvo que dimitir en el año 2002, después de que cientos de casos de delitos sexuales que él había ocultado saltaran a los titulares de la prensa. De manera similar actuaron el arzobispo de la diócesis de San Juan de Terranova, Canada, Alphonsus Penney y el de Cardiff en Irlanda, John Aloysius Ward, entre otros muchos indignos dignatarios de la Iglesia católica Romana. 



La "ley del silencio" en casos de este tipo ha sido siempre una norma en la Iglesia Católica y no la genuina justicia de los hombres que son La Ley Penal, que es la que a mi fe Dios manda.

Pero en las abyectas incidencias concretas que se produjeron en los Estados Unidos los encubridores no actuaron por cuenta propia, no nada de eso. Fue el mismísimo Benedicto XVI -entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe- quien ordenó silenciar los abusos a menores. En una carta recuperada por el semanario The Observer y fechada en mayo de 2001, Joseph Ratzinger ordenaba a todos los obispos que dispusieran las medidas necesarias para mantener en total secreto las investigaciones que involucraban a sacerdotes en este tipo de prácticas deleznables.



Benedicto XVI quien hoy está al frente de la Iglesia Católica e imparte doctrina moral urbi et orbi -condenando o salvando con el respaldo del Espíritu Santo- exigía a su subordinados que ocultaran los casos de pederastia a la justicia ordinaria. En la aludida misiva, el nefando Ratzinger reclamaba para el nefario de Iglesia la jurisdicción de este tipo de delitos "perpetrados por un clérigo contra un menor". "Casos de estas características son materia de secreto pontificio" -escribía Joseph Ratzinger de su puño y letra- advirtiendo que quien rompiera ese secreto durante el plazo de 10 años sería castigado y "posiblemente sufriría la excomunión". La orden del cardenal fue acatada con la obediencia que corresponde a la religiosidad de su grey. Pero esta complicidad con los delincuentes no pudo impedir que los abusos sexuales rompieran la penumbra con la que Ratzinger (Benedicto XVI) intentó envolverlos y la verdad terminó abriéndose camino. 



Hoy, transcurridos algunos años desde que aquel severo custodio de la Doctrina de la Fe pretendiera impedir que sus sacerdotes comparecieran ante la "justicia de los hombres", el malhadado Joseph Ratzinger intenta borrar sus responsabilidades afirmando que "tenemos que hacer todo lo posible para que estos abusos no vuelvan a suceder". Resulta significativo, no obstante, que Ratzinger no haya manifestado explícitamente en los EE.UU. la disposición del Vaticano a colaborar con los tribunales que continúan investigando los delitos de pederastia cometidos por sacerdotes católicos en ese país gringo. El papa Benedicto XVI con la colaboración siempre sumisa de los grandes medios de comunicación continúa protegiendo con santa obstinación tridentina a sus pedófilos curas católicos. Esa non sancta iglesia romana sigue, como lo hizo con el mejica Marcial Maciel Degollado, protegiendo detrás de sus verjas a los sacerdotes pedófilos; al fin y al cabo, "hay tantos menores que están de acuerdo con los abusos y que, incluso, si te descuidas te provocan", según declara con execrable cinismo el hijo de puta Obispo de Tenerife llamado Bernardo Álvarez.

La Iglesia Católica irlandesa gozó de inmunidad durante varias décadas para ocultar los abusos sexuales contra miles de menores cometidos por sacerdotes de la archidiócesis de Dublín, según revela un informe elaborado por la jueza Yvonne Murphy hecho público el jueves 26 noviembre 2009 .

La connivencia entre la jerarquía eclesiástica y las autoridades del Estado, entre ellas la propia policía y la Fiscalía, sirvió, dice el oficio, para encubrir los esfuerzos de cuatro obispos dublineses por mantener el prestigio de la Iglesia, proteger a los pedófilos y evitar escándalos.

Esas son algunas de las conclusiones de un documento de unas 700 páginas presentado por el ministro irlandés de Justicia, Dermot Ahern, que ha manifestado su sentimiento de "rabia y repugnancia", es lo menos que debe de sentir ese señor ministro de la Justicia.

El texto trata la actitud de la jerarquía católica en la diócesis de Dublín entre los años 1975 y 2004. Acusa explícitamente a cuatro arzobispos de no haber "notificado a la Policía que estaban al corriente de los abusos sexuales cometidos a menores a partir de los años 60". "La principal preocupación de la archidiócesis de Dublín en torno a la gestión de los casos de abusos a menores ha sido, al menos hasta mediados de la década de los 90, la de guardar el secreto, evitar el escándalo, proteger la reputación de la Iglesia y preservar sus bienses", declara el oficio.

Durante al menos tres décadas, la Arquidiócesis eclesial de Dublín supo que algunos de sus sacerdotes eran pederastas y no hizo nada por sancionarlos, pese a las denuncias de las víctimas y sus familiares. Y aun cuando, a finales de la década pasada (años 2000), un documental televisivo denunció esas prácticas no sólo en Irlanda, sino también en los Estados Unidos y en el Canadá, nadie, ni el Vaticano, actuó para detener esos ilícitos. Y cuando se divulgaron dos informes donde se detallan los abusos físicos, psicológicos y sexuales de los religiosos, el último de ellos el pasado 25 de noviembre 2009, el escándalo estalló.

En Dublín ell miércoles 25 de noviembre de 2009 se difundió en esta ciudad capital de Irlanda un segundo informe –el primero se dio a conocer el 20 de mayo de 2009– sobre casos de pederastia que implican a decenas de sacerdotes y algunos obispos de la Arquidiócesis Católica local en actos de pederastia cometidos contra menores de escuelas religiosas, en complicidad con los jerarcas eclesiásticos que, aun enterados de esas prácticas ilícitas, se negaron a sancionar a los implicados para no manchar la reputación de la institución.

El Reporte de la Comisión de Investigación a la Arquidiócesis Católica de Dublín, presentado por el ministro de Justicia, Dermot Ahern, consta de más de 700 páginas y fue elaborado por un grupo independiente que recabó información y testimonios entre los religiosos y algunas de las víctimas durante el periodo comprendido entre 1975 y 2004.

Sus redactores documentan los casos de 320 niños inscritos en planteles de Los Hermanos Cristianos, una orden católica que tutela alrededor de 200 escuelas en el país británico, que sufrieron abusos sexuales de 46 sacerdotes.

Ahern, cuyo ministerio patrocinó el estudio, declaró que el documento es “un escándalo de proporciones increíbles” que pone al descubierto la “cultura de engaños” y el “secretismo” con el que se conduce el clero católico de esta ciudad desde siempre.

Según el informe, “la Arquidiócesis de Dublín se preocupó más por mantener el secretismo, evitar el escándalo, proteger la reputación de la Iglesia y preservar sus bienes materiales” en detrimento de los menores afectados y de sus familiares. Asimismo, señala la complicidad del gobierno irlandés que “facilitó el encubrimiento” al permitir que la Iglesia operara fuera de la ley, en lugar de reportar las acusaciones a las autoridades civiles.

Por lo que respecta a la policía, que mantiene una relación “cercana y venerable” hacia el clero católico, los investigadores subrayan que algunos agentes policíacos se negaban a actuar porque consideraban a los sacerdotes como “personas exentas de la ley”, y preferían informar sobre los delitos de pedofilia a los superiores eclesiásticos en lugar de abrir investigaciones civiles.

Tras conocer el informe, Fachtna Murphy, comisionado de la policía, declaró que el reporte, “de lectura difícil”, representa un duro golpe para la Iglesia y evidencia las “graves fallas” de las autoridades gubernamentales por su negligencia en lo que atañe a la protección de las víctimas.

Y, además de “lamentar profundamente” los errores cometidos, declaró que “la comisión halló que en algunos casos, debido a actos de omisión, individuos que buscaban protección no siempre recibieron la ayuda de la Garda Síochána (policía irlandesa)”.

En sus conclusiones, los integrantes de la comisión se muestran satisfechos porque, arguyen, en la actualidad existen “estructuras efectivas y procedimientos” para atender las denuncias sobre abusos sexuales contra niños cometidos por sacerdotes o autoridades eclesiásticas.


El informe de mayo

El Reporte de la Comisión de Investigación a la Arquidiócesis Católica de Dublín se dio a conocer seis meses después de la publicación de otra investigación en la que se acusó también a la Iglesia católica de ser responsable de miles de abusos físicos, psicológicos, morales y sexuales contra niños durante los últimos sesenta años.

Ese primer análisis, a cargo de la Comisión para la Investigación de Abusos a Niños, ocupó a un grupo de investigadores independientes durante casi una década. En ese periodo recabaron datos en alrededor de 100 instituciones religiosas irlandesas, además de las declaraciones de 2 mil 500 personas que dijeron que cuando eran menores de edad fueron víctimas de abusos sexuales o físicos por parte de sacerdotes o monjas católicos.

La transmisión de un documental en la televisión irlandesa a finales de los noventa que alude a los excesos de los curas católicos irritó a la población y provocó un escándalo público en el país; incluso fue el detonante para que se formara la Comisión para la Investigación de Abusos a Niños, dada a conocer el 20 de mayo de 2009.

Algunos testigos dijeron al Reporte que religiosos católicos los castigaban a golpes con cinturones y palos. Otros declararon que sufrieron abusos sexuales, incluso violaciones simultáneas por parte de varias personas.

Asimismo, relata que, hasta 1980, unos 35 ó 40 mil niños fueron internados en reformatorios, asilos, orfanatos, escuelas o instituciones confesionales para discapacitados; ahí, de acuerdo con la investigación, “fueron sometidos a abusos endémicos”.

El documento enumera 21 propuestas en las que insta al gobierno a reconocer sus errores y le pide construir un monumento en memoria de las víctimas fallecidas, así como a proporcionar asistencia psicológica y educación a quienes lo demanden, y mejorar los servicios de protección infantiles en el reino.

En sus conclusiones, destaca que los abusos sexuales, físicos y emocionales contra los infantes, así como la complicidad de las autoridades eclesiásticas, católicas “fueron características comunes” en los planteles católicos.

“Las escuelas funcionaban con un sistema severo que imponía disciplinas irracionales y opresivas a los niños, e incluso al personal que trabajaba ahí.”

Las niñas, escriben los autores, supervisadas por órdenes de monjas, principalmente las llamadas Hermanas de la Misericordia, “fueron víctimas de abusos frecuentes y humillaciones creadas para hacerlas sentir que no tenían valor alguno”.

Y añaden: Las autoridades de la Iglesia católica “incentivaban” los castigos a través de golpes y “consistentemente” escondieron a religiosos pedófilos de sus órdenes, “en medio de una interesada cultura de secretismo”.

Además, los reportes condenan a los inspectores del gobierno por no haber identificado en su momento golpizas crónicas, violaciones sexuales y métodos de humillación.

Y sostienen: “Las escuelas reformadoras e industriales dependían de un rígido control a través de castigos corporales severos y del miedo a las sanciones… La dureza del régimen fue inculcada en las escuelas por sucesivas generaciones de hermanos, sacerdotes y monjas.

“Fueron abusos sistemáticos individuales de personas que operaban fuera de los límites legales y aceptables y no el resultado de errores. Además (el exceso del castigo) generó el miedo de los niños y la aceptación de las autoridades de que las escuelas eran esenciales para el mantenimiento del orden.”


El “mea culpa”

El 21 de mayo, un día después de que el juez Sean Ryan difundió el primer informe de 2009, Maeve Lewis, director de la organización de víctimas One in Four, afirmó que los niños “estaban condenados a un régimen de abuso físico, sexual y emocional”; incluso mencionó que aun cuando las instituciones donde se les flageló ya no existen, “personas que hoy tienen entre 30 y 80 años tienen que vivir a diario con esas experiencias”. Ellos necesitan atención, dijo el activista.

En las conclusiones de esa investigación, los autores explican que no mencionan ningún nombre de los religiosos implicados, por lo que no habrá ninguna demanda penal. Y explican que en 2004 la orden de los Hermanos Cristianos ganó a la comisión una querella, lo que le permite mantener en reserva la identidad de todos sus miembros, muertos o vivos.

Ese mismo día, el arzobispo de Westminster, Vincent Nichols, de 63 años, fue designado nuevo jefe de la Iglesia católica en Inglaterra y Gales, en medio del escándalo provocado por las denuncias contra sacerdotes y monjas católicas acusados de pederastia (paidofilia).


El escándalo llegó hasta el Vaticano.

El 11 de junio, el Papa Benedicto XVI se reunió con obispos irlandeses y los llamó a “continuar trabajando para establecer la verdad del asunto; también les pidió asegurarse de que haya justicia para todos, así como instrumentar medidas para prevenir que se vuelvan a cometer abusos similares”.

Los prelados admitieron (fingen que admiten como noticia, como novedad, como si no se conocieran ésos a sí mismos) que en las instituciones de la Iglesia católica había “fallas” en cuanto a la protección de los niños, y se comprometieron a prevenir (prevenir no significa evitar) la propagación de los abusos sexuales, físicos y emocionales”, como la “negligencia” documentada en el reporte del juez Sean Ryan. En esos cientos de casos eclesiales de abusos y violaciones no hubo negligencia sino crimen, pero esa religión, como casi todas, empuercan, ensucian, desbaratan, distorsionan el lenguaje, con el fin de manipular a la masa.

“Estamos avergonzados, nos sentimos humillados y pedimos disculpas si nuestro pueblo se ha alejado por ello de los ideales cristianos”, agregaron al respecto los obispos irlandeses. Debierón de pedir perdón y no unas febles disculpitas como si hubieren robado un caramelo en una dulcería helvética.

Un día antes, el 10 de junio, alrededor de 5 mil personas marcharon por Dublín con el fin de pedir justicia para los niños atacados sexualmente por sacerdotes y monjas en Irlanda.


Omisiones

Los primeros casos de pederastia que implican a religiosos católicos en Estados Unidos, Canadá e Irlanda se dieron a conocer en 2002.

Y aunque esa Iglesia prefirió callar, el diario británico The Observer rescató una carta de mayo de 2001 en la que el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe eufemismo de Tribunal de la Santa Inquisición, el jefe de la banda, Su "Santidad" Joseph Ratzinger –quien a partir del 19 de abril de 2005 se convirtió en el Papa Benedicto XVI– ordenaba a todos los obispos aplicar las medidas necesarias para mantener en secreto las investigaciones que implicaban a sacerdotes en “prácticas deleznables” como la pederastia.

El escándalo escaló. En diciembre de 2008, el Comité Nacional de Defensa del Menor acusó al obispo de Cloyne, John Magee, de manejar de manera inapropiada los abusos de dos sacerdotes de su diócesis, ubicada al sur del país. A principios de marzo, Magee, quien había sido secretario de los Papas Paulo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, tuvo que dimitir.

El director de la organización de víctimas One in Four, Maeve Lewis, recibió con agrado la noticia. Declaró a los medios locales que, con esa decisión, “los obispos locales mandan un mensaje claro de que la seguridad de los menores es ahora la prioridad pues reconocen la gravedad del daño que han hecho”. Es sola y pura ilusión esa imagen que se hace ese director Maeve Lewis de la dicha organización de víctimas One in Four.

Durante 2008, 26 diócesis irlandesas recibieron 56 denuncias por pedofilia. En la mayoría de los casos los implicados eran curas ya fallecidos.

Las investigaciones no prosperaron. Luego vino el informe de la Comisión para la Investigación de Abusos a Niños, difundido el 20 de mayo, aunque no se castigó a ningún religioso, lo que exacerbó los ánimos de los familiares de las víctimas.

Y ahora, con el Reporte de la Comisión de Investigación a la Arquidiócesis Católica de Dublín, muchos de los demandantes exigen que se enjuicie a los (malditos) responsables de los delitos contra los menores cometidos durante las últimas tres décadas.

Les duele que, por ejemplo, según el informe, un sacerdote pederasta haya declarado que abusó de 100 niños, mientras otro se haya ufanado de que violó a diferentes infantes cada dos semanas durante un periodo de 25 años, como si este hijo de la gran puta estrenara, cada dos semanas, dos violines o dos guantes, o dos calzones o dos profilácticos.

El informe señala por primera vez a cuatro arzobispos malhadados e hijos de puta: John Charles McQuaid, quien murió en 1973; Dermot Ryan, fallecido en 1984; Kevin McNamara, desaparecido en 1987, y el cardenal retirado Desmond Connell, a quienes acusa de negligencia (léase complicidad, connivencia) por no llevar ante la justicia a los sacerdotes perpetradores de abusos contra los menores.

E indica que las autoridades de la Arquidiócesis de Dublín “eran todas personas muy educadas”, muchas de ellas con conocimientos de la ley canónica y hasta de la ley civil. Por eso “es difícil de aceptar que se hayan negado a actuar”.

Debemos propugnar porque haya justicia y el proclive ex nazi papa Joseph Rátzinger Benedicto XVI en unión de sus curas pedófilos ya de ser delictiva su conducta y su connivencia, terminen en una ergástula como todo dios merece en estos casos de pedofilia, tortura a menores y asociación delictuosa.

Al primero que deben aprehender y encarcelar es a ese nefando papa Joseph Ratzinger quien orquestó de manera demente la protección de esos criminales, lo que lo hace un capo de cártel mejicano o uno de mafia italiana.

Asómbrame que aparece mucha denuncia y nadie detiene al nefando y protevo papa por esos nefarios de crímenes pues usó su autoridad para orquestar, apoyar y para proteger a esos criminales del delito común, es abyecto que ese tipo, el papa, consintió esas violaciones físicas, mentales, morales, psicológicas y sexuales a menores.

Ha menester dejar de aceptar que eran homosexuales esos ímprobos violadores, yo soy homosexual y no he violado nunca a nadie, conozco cientos de gays y no sé que violen a menores; hemos de aceptar que esos cargos en las malditas religiones ocasionan que los dementes curas y pastores se sienten imbuidos por halos de siniestros dioses réprobos que les autorizan, según sus deliquios, a violar a menores con impunidad célica y, a torturar inmisericordemente a niños desvalidos. Es idiota conceptuar que violan por ser homosexuales, no lo son, esos sacerdotes y ese papa categóricamente son criminales y no más.

Hay idiotas como el cardenal mejicano y ex ministro vaticano de Salud, Javier Lozano Barragán quien dice que los homosexuales no entraremos en el reino Cielo, para éste réprobo hideputa los transexuales y los homosexuales jamás entrarán en el Reino de los Cielos, "ya que todo lo que va contra la naturaleza ofende a Dios". Seguro que para este infeliz la pedofilia de sus correligionarios es la normalidad que lleva directo a la Gloria Eterna.





EL PAÍS , ESPAÑA

Ratzinger calló ante las denuncias contra el abusador de 200 niños

El Papa fue alertado por un obispo de EE UU cuando dirigía el Santo Oficio - El Vaticano alega que no actuó porque el pederasta era anciano y enfermo

MIGUEL MORA - Roma - 26/03/2010

El Vaticano aparece cada día más superado por la crisis de la pederastia clerical. La exclusiva publicada ayer por The New York Times sobre el difunto sacerdote Lawrence Murphy, quien abusó durante años de unos 200 niños sordos en Wisconsin y nunca fue denunciado ni expulsado de la Iglesia, interpela directamente al Papa y a su número dos y secretario de Estado, Tarcisio Bertone.


Los documentos publicados parecen probar que los dos altos cargos vaticanos intentaron tapar el caso cuando dirigían la Congregación para la Doctrina de la Fe. En 1996, el entonces prefecto Joseph Ratzinger dejó sin respuesta dos cartas sobre el asunto enviadas por el arzobispo de Milwaukee. En ellas se contaban los abusos cometidos por Murphy, que trabajó como educador de niños sordos entre 1950 y 1974.
Ocho meses después de que Ratzinger recibiese las cartas, su número dos, Bertone, ordenó a los obispos comenzar un juicio canónico secreto que podía haber llevado a la expulsión de Murphy. Pero poco después paralizó la orden. Escribió a Ratzinger pidiéndole que le dejara morir en paz. La Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida por Ratzinger entre 1981 y 2005, tiene desde 2001 la competencia exclusiva sobre los abusos.


"Intento de golpear"

Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede, explicó que el Vaticano decidió no castigar a Murphy porque cuando conoció las acusaciones el cura estaba "muy enfermo". Y recordó que Raztinger sólo fue informado del caso a finales de los noventa, más de 20 años después de que la investigación civil al pederasta hubiera terminado sin resultados. L'Osservatore Romano negó las imputaciones y acusó a The New York Times de "un evidente e innoble intento de golpear, a toda costa, a Benedicto XVI y sus colaboradores".

Según Lombardi, Murphy no fue expulsado "porque en casos similares el derecho canónico no prevé castigos automáticos, sino que recomienda que se emita una sentencia que no excluya la pena más grande, la dimisión del estado clerical". Lombardi reiteró además que "las normas de la Iglesia no han prohibido nunca denunciar los abusos a menores a las autoridades judiciales", y trasladó así la responsabilidad a los obispos locales.

La afirmación pone el acento en el gigantesco problema que vive el Vaticano. La Santa Sede castiga desde 2001 con la excomunión a quienes traicionen al Papa revelando los casos investigados por el Vaticano. La pena se ejecuta latae sententiae, es decir sin proceso, y es sólo revocable por el Pontífice. Por el contrario, los abusos se castigan con penas variables, que dependen de la gravedad: suspensión temporal, prohibición, privación y, en los casos peores, dimisión del estado clerical, la máxima pena canónica.

La instrucción Crimen Sollicitationis, revisada en 2001 por Ratzinger y Bertone mediante la carta titulada De delictis gravioribus (Sobre los delitos más graves), ordenó a los obispos abrir investigaciones de abusos en cuanto hubiera indicios suficientes y comunicarlas a Roma; y amplió el plazo de prescripción de los delitos de pederastia: los diez años anteriores empezaban a correr cuando la víctima cumplía 18 años. La intención era "perfeccionar las normas procesales y las sanciones" para adaptarlas a los nuevos códigos. No aumentaron ni la transparencia ni las condenas ni las denuncias a la justicia ordinaria. En los últimos ocho años, según las cifras oficiales facilitadas hace unos días, el Vaticano ha investigado a 3.000 sacerdotes acusados de pederastia, y ha suspendido del estado clerical a unos 300, mientras otros 300 han pedido la dispensa aceptando su culpa.

Cuando se le dice que se trata de cifras ridículas, Charles J. Scicluna, promotor de justicia (fiscal) del ex Santo Oficio, se pone a la defensiva y explica que la prudencia extrema preside los procesos canónicos. "El sistema canónico es muy garantista, protege al máximo los derechos y la intimidad de los acusados. Cuando un culpable se arrepiente de sus actos, se le absuelve de forma automática; si no conoce la pena que le espera, no puede incurrir en esa pena.... Pero eso no significa que hayamos evitado que en los casos más graves actuara la justicia civil, no sería justo decir eso".

"Me parece una solemne estupidez, sabemos hace tiempo que tenemos un gran ignorante al frente del equipo legal de la Congregación", afirma el sacerdote y profesor de derecho canónico Filippo di Giacomo. "Es inútil esconderse tras el dedo. La realidad es la que es. Los obispos no han observado la ley canónica. En Irlanda como en Roma. Lo ha dicho el Papa. Amén".

Indignado, Di Giacomo añade: "La tolerancia de la Curia hacia los abusos tiene una raíz evidente: la desvergüenza de muchos de sus miembros. Si el llamado lobby de terciopelo, es decir el grupo rosa, hubiera decidido menos nombramientos de altos funcionarios, quizá se habrían cumplido más las normas y habría habido menos comprensión hacia la pedofilia. La sodomía y la pederastia han sido vistos como un elemento de cooptación dentro de los muros vaticanos. Es sabido que hay cardenales y obispos, argentinos, estadounidenses, italianos, alemanes, de vida afectiva para nada casta ni heterosexual, y secretarios de cardenales que han sido trasladados de Nueva York, Guatemala y Chile o de vuelta a Colombia tras ser cazados por la policía pecando contra el sexto mandamiento en compañía masculina. Ese ambiente ayuda muy poco a comprender los informes que llegan a la Congregación. Pero la culpa no es de Ratzinger. No tiene la colaboración de casi nadie. Está rodeado de cobardes".

Roberto Mirabile, presidente de Caramelo Bueno, asociación italiana de víctimas de la pederastia en activo desde hace 13 años, piensa también que el Papa es hoy el único miembro de la Curia que lucha contra los abusos. "Ni los obispos en sus diócesis, ni siquiera el tribunal de la Congregación para la Doctrina de la Fe han enviado a un solo cura a la cárcel por un crimen pedófilo. Al revés", concluye, "se han limitado a trasladar a los culpables, permitiendo que los criminales continuaran abusando impunemente y convirtiéndose en cómplices con el agravante de la autoridad moral".

Ayer, algunas víctimas del padre Murphy protestaron contra el Papa a pocos metros de la plaza de San Pedro, en territorio italiano, junto a miembros de la asociación SNAP. "Benedicto XVI, siendo jefe de la congregación, ignoró repetidas peticiones de tres obispos para expulsar del clero al abusador en serie Lawrence Murphy", decía uno de los carteles. Los manifestantes fueron arrestados por la policía cuando hablaban con algunos periodistas. Más tarde fueron puestos en libertad. En contraste, por la tarde unas 70.000 personas abarrotaban San Pedro en la jornada mundial de la juventud, arropando al Pontífice al final de un día amargo para él.


El infierno en Verona

Sin tiempo para digerir los horrores, otro espantoso caso de abusos masivos a niños sordomudos, muy similar al ocurrido en Wisconsin, volvía ayer al primer plano en Italia. Sucedió entre 1955 y 1984 en los Institutos Provolo de Verona. Durante 30 años, varios educadores religiosos de esa institución caritativa católica para niños con problemas auditivos abusaron de decenas de víctimas, niños y niñas, todos ellos sordomudos. Se trata del escándalo más grave de pederastia clerical conocido en Italia, y fue desvelado hace un año por la revista L'Espresso, que documentó decenas de sevicias, algunas de ellas cometidas incluso bajo el altar y en el confesionario. La denuncia fue firmada por 67 ex alumnos, aunque se cree que las víctimas pueden ser muchas más. Los abusados nombraron a 25 curas y religiosos presuntos pedófilos: de ellos, 13 viven todavía y siete siguen alojados en el Instituto.

El silencio, el disimulo y la ocultación marcaron inicialmente la respuesta de la diócesis de Verona, que intentó negar la historia y llegó a acusar a las víctimas en público de mentir y de querer chantajear a la Iglesia; hasta que finalmente, a petición de Roma, se abrió una investigación. Ahora, la Congregación para la Doctrina de la Fe tiene finalmente en su poder el sumario. Pero la asociación de víctimas sigue criticado la actuación del obispo, Giuseppe Zenti, y lamenta que ninguno de ellos ha sido escuchado durante la instrucción.

Según L'Espresso, ninguno de los acusados ha sido alejado aún del centro escolar, que frecuentan centenares de niños y jóvenes. El único expediente de expulsión se abrió contra un cura que contó a la revista los abusos que había cometido.

Develan incriminadores documentos:

BENEDICTO XVI ENCUBRIÓ A CURA PEDÓFILO POR MÁS DE 10 AÑOS

Benedicto XVI estaba a cargo de manejar un caso de abuso sexual cometido por un padre de Arizona antes de ser Papa, pero esperó más de 10 años para emprender alguna acción a pesar de que un obispo le imploró que expulsara al acusado, según correspondencia del Vaticano estudiada por la agencia AP

Los documentos revisados por The Associated Press muestran que en 1990, integrantes de un tribunal de la Iglesia católica concluyeron que el padre Michael Teta había abusado de niños, incluyendo acusaciones de que cometió las vejaciones en un confesionario en Arizona, y consideraron que su comportamiento era casi “satánico”.

El tribunal refirió el caso al entonces cardenal Joseph Ratzinger (hoy papa Benedicto XVI), pero se necesitaron 12 años para que Ratzinger firmara una carta con la que se ordenaba que Teta fuera retirado del cargo formalmente, una medida que sólo El Vaticano puede aprobar.

El descubrimiento llega en un momento en que la Iglesia enfrenta acusaciones en múltiples países, dirigidas al actual Papa, por no lograr que sacerdotes pedófilos fueran debidamente castigados y que víctimas de violaciones por parte de curas expresen su malestar alrededor del mundo, registrándose protestas frente a una famosa catedral de Nueva York.


EL SILENCIO DE RATZINGER Y SU INMUNIDAD DIPLOMÁTICA

El criticado líder de la iglesia católica ha preferido mantener silencio a las acusaciones que distan de ser únicamente personales, sino que refieren a toda una institucionalidad de la iglesia a encubrir los casos de abusos a menores de edad. Al papa se le critica desde siempre, pero rara vez da señales de enterarse. Pero ahora rezonga y le echa la culpa a prensa, además de despotricar contra el aborto. Dice que no lo afectarán las “habladurías”, y repite condenas y lamentos por la pedofilia reiterada de sus sacerdotes.

Ratzinger además no ha podido ser citado a declarar, gracias a que goza de “inmunidad diplomática”, el mismo recurso legal que alegaban los defensores de Pinochet para evitar que el dictador fuera juzgado en Londres. En diversos lados alrededor del mundo crecen los llamados a que el sumo pontífice termine con la espiral de silencio y entregue una respuesta a las víctimas.

Declaraciones del teólogo Hans Küng, publicado por El País de España:
“¿No debería sobre todo el Papa Benedicto XVI asumir su responsabilidad en lugar de quejarse de una campaña contra su persona? Nunca nadie perteneciente a la Iglesia tuvo tantos casos de abuso sobre su escritorio como él. Como recordatorio:

- Ocho años como catedrático de Teología en Regensburgo: debido a su estrecho vínculo con el director de la orquesta de la catedral, su hermano Georg, estaba perfectamente informado sobre los sucesos en el Regensburger Domspatzen (el coro de la catedral de Regensburgo). No se trata en estos momentos de las, lamentablemente, habituales bofetadas de aquella época, sino posiblemente de delitos sexuales.

- Cinco años como arzobispo de Múnich: acaban de conocerse nuevos abusos por parte de un sacerdote y delincuente sexual trasladado durante el obispado de Ratzinger. Su leal vicario general de entonces, mi compañero de estudios Gerhard Gruber, asumió toda la responsabilidad, pero no consiguió apenas exonerar al arzobispo, también administrativamente responsable.

- Veinticuatro años como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: es aquí donde bajo absoluto secreto (Secretum pontificium) todos los delitos sexuales de clérigos fueron y son registrados e investigados. En su carta del 18 de mayo del 2001 sobre los “graves delitos” dirigida a todos los obispos, Ratzinger volvió a ligar los casos de abuso al secreto papal cuya vulneración se pena con el castigo eclesiástico.

- Cinco años como Papa sin hacer nada respecto a esta siniestra práctica.
Una respuesta seria reclamaría que el hombre que desde hace décadas tiene la responsabilidad del encubrimiento mundial, justamente Joseph Ratzinger, pronunciara su propio mea culpa. Tal y como lo exigió el 14 de marzo de 2010 el obispo de Limburgo Tebartz-van Elst en un discurso por radio a todos los creyentes: ‘Porque una indignante injusticia no puede ser encubierta ni aceptada necesitamos una inversión que dé lugar a la verdad. Inversión y penitencia tienen su comienzo en el pronunciamiento de la culpa, el ejercicio y la apreciación del arrepentimiento, la asunción de la responsabilidad y la oportunidad de un nuevo comienzo‘ “.


Estados Unidos sigue sacando a la luz nuevos casos que ponen en cuestión la diligencia del Papa ante los casos de curas pederastas cuando era prefecto de la fe. Tras las recientes revelaciones de The New York Times que implicaban a Benedicto XVI en la paralización del caso contra el padre Lawrence Murphy, que abusó de 200 niños sordos, ahora la agencia Associated Press ha recuperado documentos referentes a dos miembros del clero en Arizona, que fueron expulsados de la Iglesia, pero tras un proceso agonizantemente largo.
En el primero de los casos, el depredador es el padre Michael Teta, sospechoso de haber iniciado los abusos a menores, incluso de 7 años de edad, al poco tiempo de llegar, en 1978, a la diócesis de Tucson. No fue hasta 11 años más tarde, en 1989, cuando el sacerdote quedó en baja administrativa. Y no fue suspendido hasta un año más tarde.
Entonces, el obispo de la diócesis, Manuel Moreno, escribió al papa Juan Pablo II pidiendo directrices y recibió una respuesta del nuncio apostólico indicándole que iniciara un juicio canónico. En 1992, el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, hoy papa Benedicto XVI, avisó al obispo Moreno de que se hacía cargo del caso de Teta. El hecho de que las acusaciones incluyeran abusos cometidos en el confesionario obligaban a elevar el caso desde la Congregación para el Clero hasta la de la Doctrina de la Fe, la cual años después acabaría haciéndose cargo de todos los casos de pederastia.
Ratzinger pidió a Moreno que siguiera sus directrices para garantizar el secreto en los procedimientos. «Apreciaríamos enormemente que nos asegurara que el proceso judicial para el padre Teta se está siguiendo de acuerdo con la instructio de esta Congregación, una copia de la cual se ha añadido en esta carta», se lee en la misiva.

CUALIDAD SATÁNICA/ El tribunal eclesiástico que juzgó a Teta habló de una «insidiosa violación de víctimas» e identificó en el sacerdote «casi una cualidad satánica, por su modo de actuar hacia jóvenes y chicos». No obstante, nada sucedió y en una carta de Moreno a Ratzinger en abril de 1997 el obispo le recordó que el caso llevaba abierto siete años.
Ese mismo año llegó la orden de expulsión para Teta, pero una apelación la dejó en suspenso y no fue forzado a abandonar la iglesia hasta el año 2004. Hasta entonces, aunque no podía identificarse como sacerdote ni vestir el alzacuellos, siguió cobrando de la iglesia unos 1.100 euros mensuales.
También el propio Ratzinger se hizo cargo, en el 2003, del caso de Robert Trupia, otro sacerdote de Arizona, experto en derecho canónico, que llevaba 11 años resistiéndose a los procesos de expulsión (llegando incluso, según el Boston Globe, a intentar chantajear a un obispo). Tardó 16 meses en sellar su expulsión.
Desde el Vaticano, Federico Lombardi denostó ayer estas últimas acusaciones como «sin ninguna base» y aseguró que el retraso en la expulsión de Teta estuvo provocado por una pausa en las apelaciones mientras el Vaticano cambiaba sus regulaciones para lidiar con los casos de abuso.


Miami. Un bufete de abogados del Sur de la Florida informó hoy que planea implicar al Vaticano y el Papa Benedicto XVI en una demanda contra un sacerdote acusado de abusar sexualmente de niños.

La demanda interpuesta contra la Arquidiócesis de Miami muestra que El Vaticano estaba al tanto de la mala conducta del reverendo Ernesto García-Rubio desde principios de 1968, según detalles dados a conocer por uno de los abogados que representa a una de las víctimas.

Benedicto XVI se convirtió 13 años después en jefe de la oficina del Vaticano que recibió una petición de García-Rubio tratando de dejar el sacerdocio.

La demanda alega que la diócesis fue negligente en su supervisión y asignación del reverendo.

En la actualidad El Vaticano prepara la defensa legal con que la Iglesia católica protegerá a Benedicto XVI de una demanda en Kentucky que busca su destitución.

Tres hombres que dicen haber sido abusados por sacerdotes interpusieron la demanda contra la Santa Sede en 2004, acusando a Roma de negligencia por no haber alertado a la policía o al público sobre los sacerdotes que vejaron a menores en Kentucky.

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