viernes, marzo 19, 2010

Léxico de la opresión, segregación y despojo en el conflicto israelí palestino


Naief Yehya

El slogan más reconocido del líder partido Yisrael Beiteinu (Israel es nuestro hogar), Avigdor Lieberman, durante la reciente campaña electoral era: Avigdor “sabe cómo hablar árabe”. Lieberman, el ex guardia de seguridad moldavo, que inmigró a Israel a finales de los años 70 no habla ese idioma, pero el mensaje es claro: hablar con el enemigo significa emplear la fuerza para someterlo. Y este enemigo no son únicamente los vecinos hostiles de Israel (Siria, el Líbano y Hezbolá) ni los vecinos amistosos (Jordania, Egipto) ni los vecinos bajo la ocupación (el pueblo palestino) sino también los árabes israelíes (una quinta parte de la población de Israel), a quienes quiere exigir un juramento de lealtad al estado judío, sus símbolos e instituciones. Esta demanda resulta paradójica viniendo de un inmigrante cuyo seguidores son a su vez, en su mayoría, inmigrantes recientes de la ex URSS (gran parte de los cuales desconocen no sólo el árabe sino también el hebreo) y una renovada extrema derecha laica con tendencias fascistas.
La noción de que Lieberman se puede comunicar con los árabes en su idioma no sólo es racista sino que resulta muy representativa del diálogo de sordos que tienen las partes en este conflicto. Pero también es significativa de la reinvención del lenguaje, de su reconfiguración política y propagandística. Y es que si una arma se ha empleado con particular crueldad en esta guerra es el lenguaje. Desde los orígenes del estado de Israel gran parte del esfuerzo propagandístico para legitimar el expansionismo del estado sionista consistió en la creación, adopción e imposición de un neolenguaje o newspeak al estilo orwelliano repleto de doublespeak, es decir, eufemismos, palabras evasivas y ambiguas que tienen la deliberada intención de cambiar percepciones, confundir y tergiversar la realidad. Al imponer un léxico politizado se imponen cambios a la narrativa y de esa forma se arrebata al enemigo la razón de luchar por sus derechos. Cuando la condición desesperada de los palestinos se reduce a ser un “problema”, entonces se desarticula la lucha nacionalista y una población se convierte en un “obstáculo”, en algo que requiere solución no en una masa que necesita justicia.
Como escribe el poeta palestino Mourid Barghouti: “Cuando Palestina desaparece como palabra desaparece como estado, como un país, como una patria. El nombre de Palestina en sí mismo tiene que desvanecerse. La ocupación quiere que sea olvidado, que se extinga, que muera”. Deshumanizar al enemigo es una práctica común en cualquier guerra y a lo largo del conflicto israelí palestino ha habido un intenso intercambio de insultos y si bien los aparatos propagandísticos occidentales han difundido hasta el agotamiento declaraciones repugnantes, racistas, falsas y absurdas de numerosos líderes y personalidades del mundo árabe, rara vez se recuerdan las palabras de líderes israelíes que han expresado su desprecio por el pueblo palestino, como aquella célebre frase de la primera ministra Golda Meyer, quien el 15 de junio de 1969, contra toda evidencia histórica y política declaró: “No hay tal cosa como palestinos”. Más adelante esas palabras parecerían corteses al compararse con declaraciones como la del terrorista del grupo Irgún (responsable entre otras cosas del atentado al hotel Rey David de Jerusalén, del 22 de julio de 1946, donde murió el Conde Folke Bernardote junto con alrededor de 100 personas más) y primer ministro, Menahem Begin, que el 25 de junio de 1982, llamó a los palestinos: “Bestias que caminan en dos patas”. Con más imaginación Rafael Eitán, el jefe de personal del gobierno Israelí, declaró el 14 de abril de 1983 que los palestinos eran: “Cucarachas drogadas en una botella”. Y el presidente de Israel, Moshe Katsav, recientemente acusado de violación y acoso sexual por segunda ocasión, dijo el 10 de mayo de 2001: “Los palestinos son gente que no pertenece a nuestro continente, a nuestro mundo, sino que pertenecen a una galaxia diferente”. Pero aparte de llamarlos cáncer (Moshe Y’alon, jefe de personal del gobierno israelí) y de reivindicar el derecho a exterminar a una población (como ha hecho el General Meir Dagán, jefe de la Mossad) la intención de las calumnias y difamaciones se centran en la negación de su derecho a la tierra.
George Orwell escribió que “el lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras suenen verdaderas y el asesinato parezca respetable”. La creación del lenguaje político en este conflicto comienza con renombrar cada ciudad, cada poblado, cada región, accidente geográfico y cada zona para judaizar la tierra y borrar toda evidencia de la historia y presencia árabe de la región. Para esto el Alto comisionado británico que administraba Palestina, Sir Herbert Samuel, creó el primer Comité de nombres, en 1922, y tras el establecimiento del estado israelí el comité se convirtió en una dependencia que respondía a la oficina del primer ministro. El primer primer ministro israelí, David Ben Gurión, ordenó que los nombres árabes no debían de aparecer en el mapa de Israel, y sus órdenes se han respetado. En sus casi 90 años de existencia el comité ha reemplazado con más de 7000 nombres en hebreo los antiguos nombres árabes y de otros orígenes, más de 1200 de los cuales corresponden a poblaciones y ciudades. Estos nombres son de inspiración diversa: geográfica, social e histórica; pero una buena parte parten de relatos del antiguo testamento, con lo que se enfatiza el carácter mítico de esta reconquista.
Palestina se ha convertido en el hablar cotidiano de muchos simplemente en “los territorios”, término neutro que desmantela en un vocablo historia, geografía, política, sentido de pertenencia y cualquier vínculo con la tierra. La palabra territorios se presenta como un término transitorio, como una denominación momentánea de las tierras que los fanáticos y los gobiernos israelíes esperan rebautizar tarde o temprano con sus antiguos nombre bíblicos: Judea y Samaria, para terminar de concretizar el mito, y convertirlo en realidad política, como dice Barghouti. La estrategia colonial y militarista adquiere nuevamente un tinte de misión religiosa.
Israel, una nación que desde su nacimiento se ha comportado como una potencia colonial y expansionista, que a la vez se define a sí mismo como un país en permanente estado de autodefensa, un término que oculta una sistemática política de agresión y conquista, que comienza con la declaración unilateral de la independencia del estado de Israel. Por tanto cada agresión israelí: bombardeos, asesinatos extrajudiciales, incursiones militares, demolición de casas, detenciones arbitrarias, secuestros o apropiaciones de tierras ilegales es presentada siempre como una represalia por algún ataque previo y nunca como una agresión.
De creer en la retórica cotidiana de la propaganda israelí: el Estado está en permanente riesgo de ser destruido por árabes que amenazan a las puertas de la patria listos para desencadenar un nuevo holocausto. Y una de las distorsiones más comunes es la insistencia en que este es un conflicto milenario, cuando durante siglos árabes y judíos vivieron lado a lado en el oriente cercano, tolerando sus diferencias. El conflicto entre estos pueblos tan sólo comienza cuando comienzan las expulsiones, las tomas de tierras, las campañas de terror y demás acciones que llevaron hacia la Nakba o Catástrofe de 1948, cuando comienza el éxodo que llevó a la mayoría de los palestinos a perder sus tierras y vivir en campos de refugiados (internos y en diversos países del oriente cercano).
La imposición de un lenguaje político paranoico ha sido posible gracias a la reiteración obsesiva de la idea de que el mundo entero está en contra de Israel. Si bien es comprensible, por la trágica historia del pueblo judío, que la idea de la victimización esté profundamente entretejida en la consciencia de la nación, es claro también que este legado se ha convertido en un botín político que se emplea para manipular a la población. Sólo una mentalidad envenenada por el miedo de la otredad y la idea de vivir en un estado de sitio sin fin puede creer en la aterradora fantasía de que sólo la guerra puede conducir a la paz. Lamentablemente, las recientes elecciones y el triunfo de la derecha en febrero de 2009 vienen a fortalecer la visión militarista y racista que antes era dominio de la extrema derecha.
La siguiente es una selección de términos que pertenecen a este newspeak:
Antisemitismo: término que aparece alrededor de 1860 en el idioma alemán. A pesar de que diversas culturas del oriente próximo son semitas (árabes, arameos, akkadios, hebreos, fenicios, malteses), el término antisemita se usa en la actualidad exclusivamente para referirse a quienes discriminan a los judíos, y se ha transformado en un recurso para descalificar a cualquier crítico de la política o acciones israelíes, que consiste en sugerir que detrás de cualquier cuestionamiento se ocultan prejuicios sórdidos ya que la verdadera razón de toda acusación es el racismo.
Asentamientos: poblaciones exclusivas para judíos construidas en tierra palestina que ha sido expropiada por medios violentos.
Asentamientos de avanzada: construcciones improvisadas, a menudo trailers que son puestos en tierras palestinas sin la “aprobación oficial” del gobierno israelí y que tienen dos funciones, por un lado son denominados asentamientos ilegales, señalando de manera implícita que entonces los demás asentamientos son legales, cosa que es falsa ya que de acuerdo con la ley internacional está prohibido crear asentamientos en tierras tomadas mediante guerras; y por otro lado, algunos de estos puestos eventualmente son precursores de los asentamientos reconocidos por el gobierno.
Checkpoint (retenes de control): puntos dispersos por todos los caminos en Palestina que, bajo el pretexto de la seguridad, tienen la función de estrangular la economía, humillar a la población ocupada e imponer una certeza de dominio.
Camino esterilizado: autopistas prohibidas al tráfico de vehículos palestinos.
Cerco, reja, o muro de seguridad: se necesita mucha imaginación para poder denominar al muro de separación entre Israel y Cisjordania “cerco de seguridad”, sin embargo ese término es usado con regularidad en los medios de comunicación, con lo que se legitima de facto su supuesta función. La demencial construcción que Israel ha erigido consiste en secciones de muro, cerca electrificada y otros materiales que sirven para encerrar a la población palestina e imponerle un castigo colectivo. Si bien el pretexto para erigir semejante monstruosidad era la seguridad de los israelíes, es curioso que no está cimentada sobre la línea verde de separación, sino que penetra profundamente dentro de la Cisjordania palestina (supuestamente siguiendo límites municipales y criterios determinados por los “hechos en el terreno”), confiscando más tierra, separando comunidades y haciendo imposible la vida para muchos palestinos que han quedado separados de sus tierras de cultivo, hospitales, escuelas o vecinos. Esta estrategia convierte al muro en una herramienta de segregación y en la barrera de un ghetto. Un ejemplo de lo que realmente significa esta barrera puede verse en Qalqiliya, una ciudad palestina de 100,000 habitantes que ha quedado rodeada por el muro, que en esa sección es una estructura de concreto de casi 8 metros de altura, equipada con modernos sistemas de vigilancia. La población vive sitiada en permanencia y sólo hay una salida que es cerrada con arbitraria regularidad. Como ha dicho alguien: “‘La barrera de seguridad israelí’ es la continuación del Muro de los Lamentos”.
Crecimiento natural: expansión subsidiada por el estado de los asentamientos israelíes en tierra palestina.
Culpa: El gobierno y los medios israelíes sostienen el mantra de que la situación de los palestinos no es culpa de nadie más que de ellos mismos, ya que ellos comenzaron y han continuado esta guerra que les ha resultado tan costosa.
Democracia: Israel es el único país que diferencia entre ciudadanía y nacionalidad. Este sistema chauvinista etno-teocrático excluye a un largo segmento de la población de numerosas actividades ciudadanas, de manera que los palestinos israelíes tienen la ciudadanía israelí pero la nacionalidad árabe. En un estado excluyente como éste, la democracia está seriamente restringida aunque haya miembros árabes del Knesset (el Parlamento israelí). Mientras tanto, todos los palestinos de los territorios ocupados carecen de cualquier derecho democrático o de representación a pesar de pagar impuestos al estado judío.
Detención administrativa: Encarcelamiento sin cargos, juicio y a menudo sin representación legal por tiempo indefinido.
Diferenciación: una prohibición que impide a los residentes de un área particular de Cisjordania viajar a otra área.
Escudos humanos: incesantemente en sus bombardeos de poblaciones palestinas el ejército israelí justifica el asesinato de civiles o daño colateral con el argumento de que los militantes los usaban como escudo humano. De manera semejante las tropas israelíes tienen la práctica de llevar palestinos, en calidad de rehenes, como escudos humanos, cuando incursionan en edificios o localidades donde hay militantes o donde se teme que haya trampas o explosivos.
Estado viable: este es uno de los conceptos más repetidos al hablar de la solución de los dos estados. La calificación de viabilidad para un estado se traduce para los israelíes en una colección de bantustanes, sin contigüidad, ni control de sus fronteras, incapaz de tener autosuficiencia o de controlar sus recursos y a la merced de los caprichos e intervencionismo del estado israelí. Un estado semejante es una especie de colección de enclaves de mano de obra barata, desprotegidos de toda ley nacional o internacional.
Factor demográfico: término que se emplea para evocar la amenaza de que la población palestina rebase a la israelí, es la bomba de tiempo poblacional con que los políticos asustan a los israelíes describiendo un futuro donde la mayoría árabe tomará el control del estado judío y lo destruirá.
Hechos en el terreno: asentamientos en tierra palestina que pueden ser usados para negociar o bien que eventualmente se vuelven parte inamovible de Israel.
Instigación de odio: cualquier intento por describir la Nakba (o tragedia del pueblo palestino): este argumento es usado para bombardear y destruir estaciones de televisión, radio y cualquier medio de difusión.
Israel propiamente: este es uno de los pocos estados en que se diferencia el territorio nacional y la tierra que es anexada. Este territorio presuntamente legítimo aumenta constantemente con cada anexión e incorporación de colonias.
Mediador honesto: Estados Unidos, a pesar de su desproporcionado apoyo monetario, armamentista, diplomático y estratégico a Israel, han funcionado como árbitros en las negociaciones, las cuales se han tornado siempre en imposiciones unilaterales.
Militante: todo aquel luchador de la resistencia, sea cual sea su motivación, orientación ideológica o religiosa es considerado un terrorista y recientemente esta categoría implica que se trata de un fundamentalista islámico.
Negociaciones de estatus final: negociaciones situadas en un futuro incierto, promesa de una ambigüedad inverosímil que concierne a la negociación de los asuntos verdaderamente importantes para una paz duradera: fronteras definitivas, derecho de retorno y estatus de Jerusalén, principalmente.
Oferta generosa, La: Uno de los mitos más repetidos actualmente es que cuando tuvo lugar la segunda reunión de Campo David en 2000, Ehud Barak presentó una oferta generosa que Yasser Arafat despreció y en vez de optar por la paz lanzó la segunda Intifada. Esta versión que ha pasado a ocupar un lugar prominente en el arsenal ideológico sionista señala que Israel propuso ceder la franja de Gaza y casi toda la Cisjordania a cambio de la paz. Tiempo más tarde gracias a historiadores y negociadores presentes en las pláticas se supo el auténtico contenido de la oferta: los palestinos recibirían el 80% de Cisjordania, recortado escrupulosamente en cantones (ver Robert Malley y Ron Pundak entre otros) aislados mutuamente y separados de cualquier frontera con otro país árabe, Israel retenía el control del espacio aéreo, de la mayoría de los mantos acuíferos y la soberanía sobre Jerusalén oriental. Los asentamientos permanecerían en su mayoría con su sistema carretero exclusivo para los colonos que recorta Cisjordania de manera caprichosa e imposibilita cualquier continuidad territorial. La inmigración (o retorno) a Palestina seguiría siendo controlada por el estado judío así como el Valle de Jordán. Podemos ver en Gaza la materialización a escala de esta generosa oferta.
Presión física moderada: tortura.
Profundidad defensiva: para algunos la ocupación es simplemente una garantía de supervivencia ante la amenaza árabe, ya que ofrece a este “pequeño país con fronteras indefendibles” —de acuerdo con algunos militares israelíes— lo que denominan “profundidad defensiva”. Esto tendría sentido si las guerras se pelearan como en el siglo XIX, pero un estado nuclear como Israel no tiene absolutamente nada que temer de una ofensiva militar convencional ni siquiera si ésta fuera enorme.
Prueba de residencia: si se le confiscan los papeles de identidad a un palestino habitante de Jerusalén, éste se convierte automáticamente en paria, ya que pierde el derecho de volver a su hogar. Los papeles rara vez son reemitidos y el marasmo burocrático se ha convertido en un efectivo método de “transferencia” de población y limpieza étnica.
Red carretera de circunvalación (bypass): Carreteras de uso exclusivo israelí en Gaza y Cisjordania que rodean las poblaciones palestinas. Toda propiedad palestina que queda dentro de un rango de terreno arbitrario en torno a estas carreteras es expropiada, arrasada y los árboles son arrancados desde la raíz.
Residente fijo: residentes de enclaves entre la línea verde y el muro de separación que, por orden militar, requieren de un certificado especial de las autoridades militares confirmando que viven en su casa.
Retirada: ocupación por otros medios. El ejemplo de la retirada y presunta liberación de la franja de Gaza nos muestra lo que este término quiere decir para el gobierno israelí: aplicación de medidas draconianas a control remoto, bloqueos, incursiones militares, aviones predator patrullando los cielos y disparando misiles a diestra y siniestra.
Suspensión de la vida: la prohibición de paso por un retén debido a un aviso de seguridad
Transferencia voluntaria: programa creado por el ministro de extrema derecha y fundador del partido Moledet, Rehavam Ze'evi (quien fue el único político israelí asesinado por palestinos durante la Segunda Intifada en 2001), para estimular a los palestinos para que abandonen territorios que Israel desea apropiarse en la franja de Gaza y Cisjordania.
Unidad territorial: un encalve palestino rodeado de retenes
Vecindarios: eufemismo que tiene un sabor familiar e inofensivo y que se emplea para denominar ciertos asentamientos, como Gilo, localizado en las cercanías de Jerusalén.

Este magistral documento es tomado de la egregia revista Replicante 19 Volumen V de el eximio Rogelio Villarreal.

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