domingo, febrero 14, 2010

MI PADRE




MI PADRE

Mi adorado padre era el mejor del mundo amén que presentaba varios problemas, léase feos defectos, el que a la mi fe era hórrido es que difícilmente cumplía lo que me pormetía él a mí y eso me hacía sentir la muerte pues, cuando niño uno quiere tener fe y sentirse seguro en los brazos del padre o en los de la madre pero, ay, en los de mi padre era mejor que en los de mi pinche madre cabrona malparida. Como sea, mi padre fue un padre que me amó mucho aunque de manera empírica, como sea no fue macho ni violento conmigo, era el único de su familia que no era violento.

Amén de ser un padre amorosísimo tuvo sus feos defectos muy feos. Mi padre era alcohólico, lo que le ocasionó el irrespeto de toda su violentísima familia: mi tío Antoñito, mis tías y fasta yo mismo no lo respetábamos muy mucho en veces, yo tarde supe que era una enfermedad, de la que yo, dicho sea de paso, por ese contexto anómalo, no escapé. Ese alcoholismo a mi amado padre lo hacía feble y vulnerable por ende. Eso lo hacía irresponsable un poco, lo que me dio muchísimo dolor en la vida pues, yo presentaba dos grandes problemas físicos: tenía roto el tabique de la nariz con lo que respiraba con muchos problemas, siempre estaba yo asfixiándome por eso, mi otro problema era que las dos uñas pulgares de los pies se me enterraban, se me encarnaban y, sólo el especialista podía sacármelas. Mi padre ante todo esto no reaccionaba, yo como menor esperaba que él me ayudara pero eran paliativos lo que él me ofrecía como gotas para la nariz y, en el caso de mis dedos de los pies, a veces ensangrentados, él los atacaba con sus punzocortantes tijeritas, lo que no tenía éxito alguno jamás, finalmente sus hermanas y hermano le decían que lo mío era mental, así siempre acababa todo. Recuerdo que una vez fui a que me hicieran una evaluación de lo de mis uñas enterradas y era mucho dinero para mi padre, y así seguí yo con mis uñas enterradas, así tuve que aprender a vivir con el dolor, eso devino finalmente en que cualquier detalle en mí siempre lo tomo como urgente de solucionar. Por ello fui ya adulto inquieto siempre por el servicio médico que iba a necesitar en mi vida y yo no era rico, eso me engustiaba enormemente siempre.

Contra mis angustias y contra ms problemas de uñas y contra la angustia que me ocasionaba la violencia de la casa paterna, mi padre me daba siempre valium, librium y diazepam para que pudira yo dormir y pervivir una vida más o menos con calma y con mis sempiternas depresiones.

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