jueves, febrero 18, 2010

Lydia Cacho Ribeiro o El sexo disímbolo de el amor

Con sumo placer leí el muy buen libro "Los Demonios del Edén" de la periodista Lydia Cacho Ribeiro. Aunque el libro está escrito en con un lenguaje ramplón, la investigación periodística es eximia, sorprende cómo obtuvo Cacho esa información de esas mafias que trafican menores niñas.

Amén que el libro es muy excelente, al final una parte que me dejó aterido de horror fue que la autora se arroga el derecho a citar a curas católicos cristianos que profieren opinadas, infundadas y torpes, sobre la pornografía. Dicho sea de paso que para Cacho la etiología de la pedofilia es el consumo de la pornografía, también para Cacho la etiología de la violencia es el consumo desa pornografía, craso error. Primer error es el citar a curas de una religión que ha demostrado siempre jamás sus vicios, sus degeneradas ideas y conductas, incluyendo las pedófilas, ha de recordarse que castraba, esa iglesia, a los menores chicos mozos, los emasculaba para arrancarle sus voces para el canto célico. Nada más abyecto que amputar a una persona en aras del arte.

Esa iglesia católica tiene la tradición del genocidio como su sagrado Tribunal de la non sancta Inquisición, de la que el papa nazi Rtzinger fue el dirigente máximo. Hase de recordar que esa iglesia católica fue cómplice de Hitler, y eso por no decir que incentivó el genocidio de homosexuales, jitanos, musulmanes y judíos, como siempre lo hizo en el Medioevo y en el Renacimiento.

Cacho cita, errada y errática, a curas católicos quiénes sin ninguna formación científica, sino en Derecho Canónico, profieren dictámenes sobre campos en los que sólo saben como torturadores y desequilibrados, como el verdugo quièn torturaba en "La Sala del Tormento" metiendo agua "a fortiori" al inquisicionado, o ratas por el recto, o amputando pezones a las mujeres acusadas de brujería, en la cárcel "La Perpétua" al lado de "El Patio de los Naranjos", psicópatas sociales quiénes meten al "Potro" a la persona "investigada" hasta desmembrarlo de sus brazos y piernas para, luego, curarlo durante meses para, que ya restablecido, se le vuelva a dar, por siempre jamás, "tormento", para que confiese su contumacia, abjuración, el ser relapso, simonía, etcétera, ante la fe divina de un Dios sanguinario y vengativo.

La periodista de ese muy buen libro, mezcla, arbitrariamente pues más se guía por la histeria que por el profesionalismo, el sentimiento de el enamoramiento, con el placer sexual, ¡nada más torpe y falso!.
Ésa es una visión monoteísta y judeocristiana, visión ésa errática y aturdida. Hasta que, hace tres mil quinientos años, el humano inventa el monoteísmo al inventar el judaísmo, la vida no es vista con una concepción dogmática que es la visión maniquea; con el judaísmo nace la visión maniquea en la que sólo hay bien y mal. La vida no es ese simplismo abstruso y bruto, además que antes del monoteísmo judío el hombre concibe el sexo como placer y jamás como reproducción en la que el Dios interviene para controlarlo y, reglamentarlo, lejos de ello, el sexo durante la historia de la humanidad formó más, parte de ritos para alegrar a los dioses, que como ofensa a esos dioses.

Deleznable y triste visión la de Cacho la de confundir el amor con el sexo. Según la deforme visión cristiana el amor es sexo y el sexo DEBE de ser amor, nada más falso y estulto he leído yo. El sexo es una necesidad como ir a desechar la deyección o el orín, es sacar excreciones y secreciones, es como el sudar, el sexo es una necesidad fisiológica que nada tiene que ver con los sentimientos. Yo no imagino que tenga que enamorarme de el retrete para ir a realizar mis necesidades fisiológicas cuando elimino mis excrecencias o secreciones, no imagino que tenga que amar a mi entrenador en el deportivo cuando corro, y por ende, sudo, ni me tengo que enamorar cuando voy a un restaurante a comer, no imagino que me tenga que enamorar de la mesera o del cocinero para comer, simplemente es satisfacer una necesidad fisiológica que realizo y punto, el amor, como el odio, como el miedo, etc. son sentimientos que nada tiene que ver con las actividades como deyectar o como sudar y como eyacular.

Es una abominación del monoteísmo creer que el sexo sólo debe darse cuando amamos a alguien, eso es torpe, hay miles de mujeres que aman a hombres impotentes y los aman con pasión y con ternura, ello es válido, no pueden odiarlos porque no haya sexo, no, el amor es un sentimiento por la interacción entre dos o más personas pues, también es falso que uno debe sólo amar a una persona: no, claro.

Yo hago sexo indiscriminadamente y no amo por ello a mis parejas, amo por sentimientos a alguien y, el sexo es la pasión cuando veo la belleza que me excita sexualmente. En general uno apetece un bello cuerpo de un tío quien en general es odioso, inculto, palurdo, tosco, bruto, analfabeta y rústico. Y, por el contrario, uno ama a un ser que puede no ser bello pero, ostenta la elegancia, la cultura, la fineza, el refinamiento, la sensibilidad por el arte, la música, la pintura, la escultura y por la arquitectura, la persona que uno ama puede ser vetusta y con un cuerpo no muy apetecible como el de el mozallón atlético con cuerpo de Adonis pero, inculto y bruto.


Disiento con Cacho porque a mi fe es desorientado, consiste en esa sumamente fácil causa efecto de acusar a la porno de ser la generadora y etiología de la violencia. Eso es inverosímil, ese estudio invocado en que por ver porno uno se hace violento me parece descabellado, yo, categórico, dudo que los sicarios quienes matan diario en Tixuana Méjico maten, asesinen, degüyen a personas, sólo porque vieron una película pornográfica la noche anterior, por el contrario sí creo que el cine gringo de Sylvester Stallone y Arnold Aloïs Schwarzenegger, como los juegos video violentos, hagan hombres y jóvenes varones matones y asesinos, ése cine y videos sí genera violencia pero no el sexo, que el sexo haga violencia me parece una menta cristiana puritana, filosofía la puritana y la cristiana la que sí es violenta por ser siempre matona y sanguinaria, como genocida, justamente como los es la visión gringa.
En hablando de las mujeres quienes hacen cine pornográfico, Cacho Ribeiro presenta a mujeres a quiénes jamás gustan del placer sexual y que fueron de cerca o de lejos metidas por fuerza en el mercado del cine porno y de la prostitución. Yo hasta dónde sé, el clítoris es sólo y sólo para lograr placer sexual, así que yo sí creo que hay mujeres por millones quienes gustan del placer carnal sexual y, yo dudo que el placer carnal sexual es un placer de hombres como lo postula Lydia Cacho, yo tengo amigas por decenas a quiénes yo denomino “sanas” pues gustan de el sexo, dudo que sean malas o violentadas por sus padres o madres. Yo creo que hay personas como quiénes eligen ser médicos y maestras, yo creo que hay quiénes eligen ser putas por gusto, en mi caso yo adoro el sexo y no sé que mis padres me hayan violado. Soy así y, paradoja, devengo de una familia cristiana quien odia el sexo, toda mi progenie murió virgen excepto mi padre, quién, ha menestr clarificarlo: no era un hombre muy sexuado sino más bien célibe. La violación a la mente yo la siento con asumir como verdad apodíctica el monoteísmo, la de el cristianismo delirante, yo siento que la violencia de mi familia escobedo, la mía, devino más bien de la falta de sexo de mis parientes como tíos, tías y abuela, mis tías y tíos todos y todas mueren vírgenes, eso me parece malsano y delirante. Yo sé que hay personas felices siendo putas y haciendo películas pornográficas, al menos los actores de filmes porno gay los veo felices, ya ya hube escuchado ‘analistas’ quienes dicen que el actor y acriz porno sufre ofensa al eyacular sobre su pecho o sobre su rostro, me dan risa esos argumentos gratuitos y falsos pues yo que amo el sexo no sufro sino que disfruto esas prácticas tan eróticas y tan sanas por anodinas. Yo más bien creo que quiénes sufren mucho son esos analistas quiénes en su puritanismo delirante cristiano y judío, que no musulmán, afirman, como Cacho, más lo que imaginan que lo que es la realidad de la sexualidad humana. Yo tengo como verdad que hay actores y acrices porno, table danzarinas y putas quienes lo son y hacen su sexo como "modus vivendi", porque así les gustó la vida y, así eligen sus empleos.

Cuando Cacho cita a curas católicos a guisa de científicos como sabedores de ciencias humanas (muchas veces son doctores en teología esos pseudocientíficos, cosa que nada tiene qué ver con la ciencia pues un doctor en teología no puede reproducir el fenómeno a voluntad en condiciones controladas, como lo exige el conocimiento científico), Lydia Cacho soslaya que el negocio de esa iglesia católica durante siglos, fue la explotación sexual de mujeres y niñas en burdeles en Roma, dónde el diez por cien de la población eran prostitutas importadas de todos los países de Europa y Cercano Oriente con los métodos coercitivos de coacción que, paradójicamente, Cacho denuncia en su libro, dicho sea de paso.

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