jueves, febrero 18, 2010
Mi amigo Jaime Aguilar Hernández
Dentro del fascinante y holosérico mundo de mi vida como hombre homosexual, no puedo soslayar un capítulo con uno de los grandes amigos a quien amé profundamente como amigo y que, por mi estulticia yo perdí. He aquí la historia:
Yo trabajaba en la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial bajo el mando de la maravillosa María Antonieta , había otro gay Carlos y otro más del cual ya no recuerdo su nombre además de otro que era gordo y sonrientito. Dos chicas odiositas las Egremí Pinto, pesadas como el plomo y odiosas como poca cosa.
Allí conocí a Jaime Aguilar Hernández compañero de trabajo en la Secretaría, él me pidió ir a vivir a casa y compartir gastos, ya allí constatamos que ambos éramos alcohólicos y que nos gustaba el sexo, Jaime y yo de vez en vez íbamos a la discotheca gay sita Florencia Colonia Juárez Zona Rosa denominada Cyprus. Siempre en saliendo y en llegando a casa me daba una buena cogida.
La cosa se jodió cuando me casé y mi esposa me cuenta que Jaime trató de follar con ella. Yo no supe por idiota y por necio arreglar bien ese asunto, lo desarreglé como hace cualquier idiota de esa sociedad mía: corrí a Jaime.
Pasados los años, ya que yo corrí a mi esposa, busqué a Jaime y me contó que era mi esposa quien quiso acostarse con él.
Perdí a mi gran amigo para siempre jamás por culpa de mi esposa y de mi necedad, de mi estulticia, a más de ser la causa la ignorancia mía.
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