jueves, febrero 18, 2010

MEDIA HERMANA


Ya a estar alturas poco importa nada ya.

Tuve una media hermana, más bien debo decir una pseudohermana pues amén que durante mi pubertad me llevó al cinema varias veces y luego a tomar algo al restaurante, amén que era un poco par conmigo en algunos momentos, cuando casóse con su esposo yo nada supe de ello, nunca me avisó, nunca me invitó a su boda, jamás me hizo partícipe de ese acontecimiento. Nunca vi yo a su esposo quien fue dueño de una fábrica de calzado en León, Estado Guanaxuato, Méjico.

Una vez que yo vendía una gema de mujer, mi madre me dijo que una señora la compraba porque quería meter su dinero ahorrado en gemas. Luego supe que la señora en cuestión era mi media hermana.

Ella era hija de mamá y no de mi padre. Ella me contaba horrores de mi padre. Nunca sabré quién decía verdad y quién falacias pues, iguales horrores narraba mi tía maría de lourdes, de mi madre libertad.

Jamás, nunca jamás mi madre me hizo un guisado ni una sopa ni un caldo ni ningún platillo. Creo que jamás me invitó a comer y sí sé que jamás me hizo un regalo ninguno; cuando le pedía dinero, que era para sentirme –falsamente- querido por ella, me decía que había cobrado la visita.

Una vez que quería yo un juguete que mi medio hermano traía de Chetumal, Quintana Roo, mi madre me dijo que había que pagarlo, que mi familia paterna tenía que comprarle ropa al hijo de mi media hermana. Para este efecto hice que mi tío Antoñito visitara a la mía madre, tenía yo tanta vergüenza por esa recuesta tan anormal para una madre y para un hijo, que me hice tonto y nada dije durante la visita en cuestión, me quedé con el gusto del juguete y nunca jamás dije nada pues esa falaz relación con una madre que no lo era en hablando de sentimientos, ya nada importaba.

Paradójicamente el vecindario afirmaba que mi madre me quería mucho sólo que era muy fuerte de carácter. Hoy sé que no me quiso y eso era toda la verdad sin falacias ni mendaces asertos falaces.

El hermano lénin de mi madre libertad, tenía una amante, quién dicho sea de paso me robó cincuenta pesos con un ardid sorprendente. Esa amante trabajaba en el mismo ministerio dónde yo laboraba, nos llevábamos bien y, en veces me invitaba a comer. YO puto y consciente de serlo iba a casa de ella sin empacho pero, ¡ah! que la estulta de mi hermana o... inconsulta de ser yo gay, e inconsulta de que yo no era un violador como quiera que sea, se indignó y me pegó una callejera gritiza loca de ira porque, según sus barruntos de ella, yo refocilaba con esa mujer. En realidad llevábamos esa mujer y yo una relación de amistad y no más. Me asombraba la relajada moral que esa mujer llevaba dicho sea de paso. Con el tiempo su hija, una menor, ya estaba embarazada. Ésa su hija era muy bella, era lamentable que no gozara con su madre de una buena educación pues que la madre era muy ignorante, como decía un amigo: era muy "ignoranta" como el vocablo "estudianta".

Una vez mi hermana me quiso dar, y me dio, "La Iliada" y "La Odisea" pues yo gustaba del hábito de la lectura. Me los dio a hurtadillas para que nuestra madre no supiese y me pidió que nada de ese obsequio dijera yo a nuestra madre porque, ella díjome, se pondría furiosa si sabía de esto. Yo sabía extraña esa madre y esa relación de una madre quien no ama, quien no quiere ni mucho ni poco a su hijo. NO afirmo que me odiara, no, nada de ello. Lo que sí afirmo es que nada me quería como hijo, creo era más cariñosa con las vecinas que conmigo.

De el padre de mis dos medio hermanos nunca supe quién fue él, nada de él supe nunca jamás; extraño ese hecho. Sabía más de las vidas de las personas del Mercado que de la de mi media hermana y de la de mi media madre.

Estoy cierto a pie juntillas como verdad de perogrullo que yo tuve media hermana y media madre.

A la sazón de la muerte de mi madre mi hermana me dijo que no quería verme nunca más, me advirtió que cambiaría los cerrojos de la casa de aquélla, lo cuál hizo puntualmente. Nunca más volví a saber nada de ella.

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